Hoy quiero que el verde sea intenso. Que solamente despliegue su propia lozanía. Que eternice al fruto generoso. Que sea inmadurez y se me ofrezca. Que esté en el origen para saberme cerca. Que sea amargo para catar su fuerza. Que invoque el antiguo vareo jornalero. Doy vuelta a una llave en la memoria y mi saliva brota. Una cuba enorme cubierta de moho en la taberna. La niña le provoca y le propone. Un plan urdido a la carrera. Ella despista a la tabernera y él ejecuta. La táctica debe estar coordinada con la estrategia. Inmersión en el veterano lodo. Atravesar la costra líquida, avanzar el brazo hasta el codo, desplegar la red de los dedos. Los roles se reparten por un puñado verde. El fruto bien vale el riesgo. Las manos verdes. Los ojos verdes. Los labios verdes. A la vuelta de la casa hay un convite. La niña le da al niño con la boca una aceituna verde. Verde aliento.
Fantástico.....
ResponderEliminarun abrazo.
Ay, Tula. La fantasía de los colores o es nuestra fantasía o estaríamos perdidos. Y siempre son algo más (como sucede en el texto)
ResponderEliminarUn abrazo.
Me parece que tu forma de relatarlo es muy clara y directa y...
ResponderEliminarun abrazo.
...esa Luna.
olvidaba. esas aceitunas son mortíferas de buenas...jejjej
ResponderEliminarSensual, ¿no?
ResponderEliminar¿Conoces el viento verde del que hablaba Lorca? Supongo que era un poco lo mismo. Intenso, Fackel.
Fackel, estoy de acuerdo con Ramón, te ha salido bien lorquiano. Y esas aceitunas, por favor. Viva el verde natural y apartemos el "otro" verde putrefacto.
ResponderEliminarVerde que te quiero verde..
ResponderEliminarExpresas muy bien la sensualidad.
Me gusta especialmente la manera en que has descrito la inmersión para conseguir el fruto.
¡Y qué final tan poético y bonito!
Gracias, Tula, por tu fervor.
ResponderEliminarBoa noite.
Si, claro, Ramón, es uno de los poemas más conocidos de García Lorca. Pero en este caso la fuerza del color de esas olivas pudo más que la palabra. ¿O no?
ResponderEliminarYa quisiera yo poder ser más lorquiano. Leer al maestro granadino es una celebración. Te enajenas en un mundo sublime. Soy un recurrente de sus iluminaciones. Ahí sí que hay sensualidad desbordante, donde tierra y hombre se fusionan. Inimitable.
ResponderEliminarY no hay más verde que el verde (el otro es teñido)
Lluvia. ¿La manera, dices? No era difícil, la memoria guarda la infancia y la preserva. La distancia la valora y la exalta. Había mucha sensualidad en otro tiempo, otro territorio, otro país, mal que les pesara a los inquisidores. Nunca podrán con la manifestación de los sentidos, como nunca nadie podrá con la expresión del pensamiento y la palabra.
ResponderEliminar(Aunque a veces no estoy seguro ya. Hay mucha investigación sobre el cerebro que puede intervenir la libertad hasta dimensiones insospechadas. Últimamente leía algo sobre estudios acerca de la posibilidad de leernos el pensamiento. Imagínate)
Luna llena a reventar. ¡¡Preciosa y magnífica, diga Tula lo que diga! (risas)
ResponderEliminarEl pan y las aceitunas, unos de mis manjares favoritos.
El texto, maravilloso.
Besos y buen día
Aquí, lo siento, me las he comido todas. Y me temo que el texto no alimenta.
ResponderEliminarSaludos.