martes, 15 de junio de 2010

Aforismo del empleado probo


Se sabía turbio por naturaleza. Hasta el punto de que beber con cierta intensidad le proporcionaba claridad y sentido. Era entonces cuando se manifestaban sus sentimientos más reservados. Cuando se relajaba su gesto hierático. Cuando se modificaba su comportamiento extremadamente severo. Cuando mudaba su hurañía antipática. Hasta miraba con una ternura vergonzante pero sincera. En ese estado era capaz de amar a la mujer de pago con la convicción de un amante sagrado. Incluso hay quien dice que le vieron hacer sonreír a un niño. Necesitaba aquel tratamiento dionisíaco, pero que él percibía como homeopático, para salir de su cerrazón. Su personalidad estaba siempre demasiado ebria de la enajenante insensatez que se había dejado inocular. Incapaz de romper el esquema del modelo de empleado aparente y perfecto. Prefería, y así lo había decidido, un hígado condenado a un alma maldita.



(Fotografía de Jorge Molder)

2 comentarios:

  1. Es que el empleado probo es el empleado bobo, ¿no? Habrá que inocularse malditismo para ser sensato, aunque mucho me temo que el malditismo debe ser espontáneo para desestabilizar las opresiones.

    Y si el malditismo no aparece y uno no puede quitarse el corsé, bienvenido sea el vino o lo que sea que ayude a relajar, a soltar, a no hacer pie.

    El habitus según Bourdieu está en el Cap. III de "El sentido práctico". Es denso (aviso). Soplan vientos más ligeros en "Las reglas del arte". Y, en definitiva y charlando sobre el tema con mi compañero, coincidimos en que lo explicó bellamente John Berger en el segundo ensayo de Mirar, "leyendo" una fotografía de August Sander.

    Sí que leíste Berger, Fackel. Es uno de los pocos vivos que necesito leer. El resto de mis amores están muertos.

    Besos con eclipse.

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  2. Pájaro. Desde luego, el malditismo es muy personal. Hay mucho de transgresión y mucho de reconstrucción de uno mismo en él. Pero hay que controlarlo y calcular la temporalidad de su ejercicio, sí.

    Mi pequeño aforismo-metáfora era más pesimista. Hay personalidades que nunca optarán por liberarse. Pero ya se sabe, "un punto de contrición da al hombre la salvación", se dice en Don Juan Tenorio. O por lo menos ayuda a sobrellevar cargas interiores.

    Berger es una intuición racionalizada. De ahí su frescura, la cual no la percibo esencialmente teoricista.

    ¿Podrías confidenciarme esos otros amores tuyos ya muertos? Nombres, nombres. Si lo que aportaron te sirve, es que viven, ¿no?

    ¿Hay eclipse hoy?

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