“...como enigmática me resulta esta comparecencia aquí. He retornado al punto de partida. Aunque sé que no estoy en el punto de partida. Al menos no en el inicial, en ése al que rigurosamente denominamos comienzo. Me da en pensar que a cada instante partimos de alguna manera de nuevo. Tal vez no llegamos, y nos quedamos a medio camino. Acaso llamamos llegar a una extraña manera de habernos distanciado del origen. Los ciclos no son únicos, los recorridos no son ilimitados. Nos encerramos en las palabras, cuando las palabras deberían expresar nuestra expansión. ¿Y si las palabras trazaran los límites? He vuelto para comprobar de qué manera me afecta la distancia. No he venido para ver qué queda de atrás, aunque mi vista exigirá una comparación. Y no podré escapar a las imágenes que fluirán seguramente sin desearlo. El pasado se había silenciado demasiado y cualquier tipo de presencia del pasado se me había hecho insoportable. Durante mucho tiempo no he querido saber. Me excluí de mi propia memoria. Los nuevos paisajes, las actividades que me agotaron, los viajes inevitables, los individuos con los que me crucé, las mujeres que quisieron saber de mi y de las que yo deseaba conocer, todo ese bullicio que ha transcurrido agitándome y conformándome, como si no hubiera venido de ninguna otra parte, debieron forzarme a que me desvinculara del origen. He vuelto también para comprobar las dimensiones inadvertidas del pasado. Las que no había podido compulsar a causa del alejamiento de todos estos años. Las dimensiones sólo se advierten cuando la obra está hecha. Los cálculos y los planos de la vida no son como los de los edificios. Son intuiciones borrosas, incertidumbres lejanas. Elementos difusos que previamente no sabíamos medir. Los proyectos que nos ofrecían, estereotipados y grises, no me tentaban como para dejarme llevar. Es probable que no tuviera las herramientas adecuadas a mano. Es probable que mi intuición me golpeara lo suficiente como para advertirme del riesgo de permanecer en una sociedad oscura, en un modo de sujeción que violentaba mi naturaleza...”
Los ciclos son diferentes intensidades, no principios ni finales, o sí.
ResponderEliminary sí, solo es posible ver el pasado desde el futuro.
Feliz noche de menguante Selene.
¿Y el futuro que imaginamos desde este lugar del pasado?
ResponderEliminarA ese futuro imaginario tambien podemos retornar. Aunque ya muchas cosas nunca podrán ser, unas otras aún continúan allí, en ese lugar del pensamiento que llamamos ¿utopía?
No sé, pero el origen es como una cuna, a la que siempre añoramos. Y volvemos con ganas, no de rememorar sino de revivir por unos instantes y sentir aquella irresistible curiosidad y deseo de andar y andar y andar.
A camino hecho, vista atrás y sonrisa...siempre que se pueda claro. La vida, desgraciadamente, no siempre da para tanto. Pero para remirarnos y convivir con nuestro yo infantil o juvenil, siempre está dispuesta. Es un lujo la memoria.
Bueno, hermano viajero, esta verja de alambre de espino, señala un lugar protegido e incluso vedado. Los árboles que despuntan tímidamente en la sombra ¿son parte del mundo exterior? o ¿la verja alude a la sobreprotección a la que nos abrazamos? o ¿la intención del fotógrafo era saltar esta verja con la idea de acceder al Edén dorado y probar a que saben las manzanas, que por prohibidas, dejamos de morder?
Bueno, no sé...creo que no reconocerse en el camino, no es nada inhabitual, sino una situación bastante común. E incluso diría que deseable, pues nos muestra nuestra capacidad de transgresión. Uf, nuestro "Yo bien educado" insiste en mantenernos a raya, en hacer coincidir nuestro deseo con nuestra realidad, pase lo que pase. Y a veces, lo que pasan son muchos años creyendo que vamos bien, por "nuestro buen camino", y puede ser que lo que estamos haciendo es "ir bien por el camino de nuestro Yo educado".
En fín, yo casi que desisto de preguntarme muchas cosas, por que al llegar a la respuesta me doy cuenta de que yo misma soy quien me las contesto. Y cómo bien dijiste en el post del espejo...siempre o casi siempre busco una respuesta que no contradiga la realidad diseñada por mí. El egoísmo aquí es una cura, más que un veneno (de cara a la tranquilidad, claro).
Bueno, dejo de divagar...que podría llegar a la luna, jejeje.
Ay, casi se me olvidaba...como dice Tula, solo es posible ver el pasado desde el futuro...sí. Pero a la vez, el futuro tambien es sólo visible desde el pasado, pues el presente, lugar indefinido, esta cabalgando entre ambos (en mi modesta percepción)
Buena mañana de viento, Fackel y Tula.
Un abrazo a los dos desde Aragón, tierra de un zierzo enfurecido a estas horas.
Jej! Puedo asegurar lo que dices, Sagardiana, sobre el presente confuso...Y la verdad, teniendo el pasado pasado y el futuro en paradero desconocido, sólo sé que no sé por dónde me da el aire....
ResponderEliminarSe me hace familiar esa alambrada espinosa....
Pues de acuerdo, Tula, me ha gustado eso de las diferentes intensidades. Pero como los humanos tomamos como referencias hechos accidentales, acontecimientos varios, fechas, etc. pues aplicamos lo de principio y fin, pero sometidos a una intensidad y a un ciclo que es en realidad un continuum.
ResponderEliminarSalud y respiración profunda, hermano.
Saga. El futuro imaginado no pasó nunca de ese estado. Seguimos manteniendo de una manera u otra, en todo o en parte o en mínimos, el ejercicio de imaginar el turuo. Esa imaginación acaso no es sino deseo que, cuando le dotamos de cuerpo de indeas lo llamamos utopía.
ResponderEliminarEs tan exhaustivo tu comentario, y participo tanto del mismo, que poco puedo añadir. Si en otro momento se me ocurre matizar, pues matizaré.
A mi me parece que el recuerdo siempre es bueno. Primero, porque es recrearse y poner a prueba nuestra memoria. Segundo, porque pretendemos indagar y buscar sentidos. Tercero, porque seguimos encontrando descubrimientos, en la medida en que nuestra capacidad reflexiva la aplicamos al recuedo. Cuarto, porque nos confirma nuestra historia personal, es decir nuestra vida vivida y nuestro experimentar. No entro ahora en los elementos negativos o positivos que cada quisqui tiene detrás. Y sí, la vida da para mucho, para todo.
¿La alambrada? Ah, la alambrada...Y que conste que es un elemento que me da terror. Aplica la interpretación que desees, que podría ser cualquiera de la que sugieres o acaso ninguna. Prefiero la metáfora a la realidad. Pero las metáforas literarias empezaron a generarse basadas y trasuntadas de la realidad.
Difiere sólo de tu discurso (¿o prefieres que lo llama transcurso, jaj?) en lo de que el futuro es visible desde el pasado. Jo, pues dime la fórmula, para evitar no tropezar en el millón doscientas mil piedras que he tropezado. Y yo que caa vez creo más que existir existir es sólo la existencia del instante, lo de ahora mismo, este momento en que escribo o paladeo aún el café con cruasán de hace un rato...
(sí, el cierzo de Aragón tiene que ser terrible, no sé si es lo mismo que hay por los Monegros, donde sopla que te pierdes aéreamente)
Lagave. Sagardiana habla del presente indefinido, que, obviamente, también puede resultar confuso. Pero es la gran opción. La que nos ratifica en nuestra esencia y materialidad. Ese instante temporal en que vivimos sin vivir en nosotros pero tenemos que decidir. Sea cual sea la forma emocional que nos embargue. Los seres estamos dotados principalmente de presente, un presente que se sucede sin fin hasta que deja de ser el Ser.
ResponderEliminar¿Hacer previsiones, cálculos, planes, etc.? En mayor o menor medida tenemos que hacerlo para no vivir en abulia, ni en indolencia, ni en pasividad...Y porque nos lo pide ese conjunto de elementos internos que forman nuestra materia VIVA. No se trata de vivir para la ilusión, sino de ilusionarnos con nuestras capacidades, tendencias, atracciones...Es posible.
Ah, esa alambrada espinosa se me hace más familiar a mi porque está en un lugar aún existente por donde el bloguero transitaba muchos días en su infancia.
Un beso a todos, que hoy me he desprovisto de mi austeridad castellana y me siento generoso, jaj.