miércoles, 10 de febrero de 2010
El origen del mundo
No, el origen del mundo no está en la pintura de Gustave Courbet. Por mucho que tiente. El origen del mundo está en la materia que se oculta tras el musgo. E incluso más allá, en la materia más íntima que el exterior de la materia no nos muestra. De la pintura de Courbet, mal que les pese a los amantes de la pintura realista, se podría decir que el coño representado no es un coño. Ya sé que últimamente me gusta más que nunca la deconstrucción de Magritte (ceci n’est pas une pipe) aplicada a casi todo. Me sirve para relativizar, desacralizar y hacer caer del burro a las grandes exaltaciones en el arte. Y por extensión, en la fotografía. Y por generalización a los hechos de los hombres, sobre todo cuando para expresarlos los recargan de palabras vanas, de imágenes que ocultan la realidad y de artificios que los desvirtúan. En ese sentido, prefiero la claridad nebulosa del artista Christo que, al ocultar los monumentos o los paisajes lo deja clarísimo. No es lo que no se ve, parece decir. Mas me temo que se trata de otros de los trucos del arte y sus secuelas. Entonces, se dirá, también es aplicable al pubis angelical que expreso aquí. No digo que no, si no fuera porque el triángulo pélvico me lo he encontrado en un banco de parque histórico. Caprichos de la naturaleza oferente. Nada nuevo. Los humanos han representado los símbolos genitales desde el principio de los tiempos en paredes de cuevas, aprovechando oquedades y salientes. O bien generando esculturas de falos. Los exégetas del arte paleolítico los han concedido propiedades simbólicas. Exaltación de la fertilidad, de la capacidad reproductiva. ¿Por qué no de la fuerza alentadora del sexo en sí mismo? Culturas de la India han reproducido hasta el infinito el lingam y el yoni, que podrían no serlo según Magritte, pero que como si lo fueran. Y es que el poder de abstracción humano para convertir en símbolo sus percepciones no han tenido límites. No, el fotógrafo no suele ir descubriendo pubis entre las piedras. Pero ¿alguien puede negar la generosidad de la materia para prestarnos su apoyo en nuestra capacidad de tocar la sustancia diversa de la que estamos hechos? Me refiero, claro está, a la imaginación.
La imaginación al poder.
ResponderEliminarBesos
La imaginación es lo que nos hace creer sin creer o que las creencias no nos elijan, sino nosotros a ellas.
ResponderEliminarBuena tarde.
Imagino, puestos a ello, que mi sustancia tiene algo de ese musgo verde que siempre me atrajo por su suavidad y su color jugoso;un toque de tierna y brillante posidonia, reina de las praderas marinas;algo de suave,lanuda y blanca edelweiss, en el borde de la morrena; resina olorosa de pino piñonero, seco y fuerte; hojas de roble en otoño camino de la Granja.
ResponderEliminarImagino que me soporta la arenisca rojiza del Pirineo aragonés, y , para cambiar de aires buscando calor, las pizarras multicolores de las montañas de Cartagena y las lavas pardo oscuras de Lanzarote...
Conversar con la materia honda. Dejarse penetrar por las palabras leves del musgo, por las tenaces rimas de la piedra, por el susurro de la humedad.
ResponderEliminarY responder siempre.
Respirar hondo y respondernos siempre, porque ella está contándonos algo; o desde su intimidad o desde la nuestra.
Ya no sé si es imaginación o certeza..."pero haberlas (conversaciones) hailas".
Y qué ganas dan siempre de tocar el musgo, ehhh. A ver qué blandito, suave y fresquito está. Un bosque en miniatura, en una roca, o corteza, o ladrillo. Ay, los "microversos", planetas piedra.
Muy maja la fotografía y el post, Fackel.
Salud tengas y buena luz.
La imaginación en la cotidianidad. La imaginación como aliciente. La imaginación como factor de complementariedad. La imaginación como puente. La imaginación como camino. La imaginación como fuerza interior. La imaginación como creatividad. La imaginación inimaginable.
ResponderEliminarUn beso.
De acuerdo, Tula. Las creencias nunca nos eligen. Las fes menos. Tenemos algo de demiurgos en cada uno. Aprovechémoslo para tender lazos.
ResponderEliminarBuen día.
Vaya descripción tan espléndida, Lagave. Me recuerdas mis excursiones de prácticas geográficas, ya perdidas en el tiempo, en el espacio aunque no en el olvido. Y uno percibe los aromas de las zonas y la visión de l naturaleza que citas.
ResponderEliminarEso demuestra que no haY mayor riqueza que la mixtura que dicen ahora. Los híbridos de origen y de infancia variada lo entendemos mejor.
Que continues tan sustanciosa, pues.
Buen viernes.
Sagardiana. Estáis todos que me enriquecéis soberanamente. Nada que añadir sino disfrutar de vuestras aportaciones jugosas.
ResponderEliminarMicroversos dentro de los multiversos, no lo olvides, Saga. Y fíjate la particularidad: la fotografía no pertenece a un espacio habital al musgo. Lo cual indica la capacidad que tiene la la naturaleza física, la ambiental, para vincularse con la naturaleza de las cosas, en este caso un banco de piedra de un parque, y crear su microambiente.
Realmente, lo pequeño es muy hermoso, sí.
Gracias por tus ánimos. Y seguir mirando la luz que se cuela entre los dedos. Siempre.