domingo, 3 de enero de 2010
El guerrero caído
¿Quién ha derribado al guerrero? ¿Cabe mayor patetismo que la imagen de un guerrero caído? Porque se supone que el guerrero es el símbolo tradicional por excelencia de la fuerza bruta. No tanto de la personal como de la institucional. Veía ayer en televisión la película de Michael Moore Fahrenheit 9/11, donde la realidad se convierte en ficción para seguir siendo realidad, y acaba dándote asco el mundo del poder. Ya se sabe del tema. Todo el montaje que tuvo lugar por parte de la administración Bush Jr. y sus aliados, de cuyo nombre no quiero acordarme, con el apoyo de los congresistas de los dos grandes partidos y el respaldo de la sociedad norteamericana, para justificar la invasión alevosa de Irak, y cuyas raíces se pierden en un episodio tan poco claro todavía como fue el 11-S.
Y entonces vemos en la película, entre otras perspectivas tales como los oscuros intereses entre los saudíes y personajes de gobierno de Estados Unidos o la manipulación de la opinión pública por parte de los medios de comunicación, todo ese potencial de guerra americano en acción. Potencial efectivo que no es sino el culmen de toda una serie de factores: el desarrollo de su investigación militar, su industria bélica, sus empresas logísticas, su ejército. Un monstruo de millones de dólares, obvia y sarcásticamente empeñado en mantener la paz en el mundo. La paz de los USA y sus poderes multinacionales quiero decir.
Y crees que no hay fisuras en ese producto llamado war. Y que los invasores van a vencer, y vencieron, como en las películas. Y todo aparecía a los ojos del honesto y patriota pueblo americano, como gustan de repetirse, atado y bien atado. Pero...resulta que el enemigo también mataba en Irak. En menor escala, a menos gente de los que ellos contabilizaban en sus filas, incluida la población civil, y sin excesivos resultados, pero mataban. Y entonces ves que esos chicos sanos y alegres de Wyoming o de Michigan, que se ponen auriculares con música heavy mientras conducen sus carros de guerra, y que uno supone que se meterán algo más, de pronto saltan por los aires, y sus carnes también se convierten en sangre, y su cuerpo también resulta mutilado, y gritan de dolor. y ya no son los soldados henchidos de valor patriótico. Lo peor y más flagrante del caso es que estos guerreros pertenecen a las clases humildes de los suburbios, gentes que se apuntan por el sueldo y por lograr un oficio. Cortesía del sistema.
¿Quién derriba a los guerreros? ¿Otros guerreros? ¿El destino? ¿O acaso quien los arma los desarma? La imagen de los guerreros caídos, y no digamos ya la de los vencidos, siempre me ha impresionado. El guerrero caído simboliza los límites. En este caso el íntimo y más angustioso, el personal, el que no tiene vuelta de hoja. Claro que también tras los guerreros caídos se advierten los límites de un sistema. Pero el sistema se recompone y le importa un carajo sus hijos. Porque se trata de contabilizar todo en términos de economía-beneficio y de poder geoestratégico. ¿Y las vidas, incluso la de sus guerreros? ¿Ah, eso, sus vidas?...Pues, daños colaterales. Gajes del oficio que diríamos por estos pagos. ¿Veremos alguna vez al banquero o al presidente de petrolera derribado y caído? Habría que desblindarles primero.
(La escultura es de Alonso Berruguete, hacia 1530)
Ésta me la sé: las ansias de poder.
ResponderEliminarUn beso.
Pero menudas maquinarias ponen en marcha las ansias de poder.
ResponderEliminarY el control social sigue in crescendo, sin límite, en nombre de nuestra seguridad. Tiene narices la cosa.
Mejor no pensar en ello para dormir bien.
Luchar, cada uno lucha por la razón que él cree conveniente.
ResponderEliminarMorir, cada uno decide si está dispuesto a morir por esa misma razón.
El guerrero caído simboliza la derrota.
El angel caído, alguien que no tomó las clases apropiadas de vuelo.
La abeja reina tiene muchos zánganos, y miles de obreras en su pequeño reino.
Y así, por los siglos de los siglos, con o sin amén.
Loados sean los seres no alados, por que de ellos será el reino de la tierra.
En fin, pacíficas noches.
Gracias Sagardiana. Lo que pasa es que a mi me asaltan algunas dudas.
ResponderEliminar...¿Y los que no deciden morir y les matan? ¿Y aquellos para los que su verdader lucha reside en el esfuerzo por sobrevivir en la vida cotidiana y se la interfieren a sangre y fuego? Esto pasó y pasa en Irak y en multitud de países, no tan confortables como el nuestro, de los que no se habla todos los días. ¿Tiene que ser así por los siglos de los siglos?
Yo sólo quería recordarlo.
Bune martes lluvioso.
Disculpa, Sagardiana. El anónimo es Fackel. Erré en el punto.
ResponderEliminarSi eres inconfundible, Fackel!
ResponderEliminar(Y yo, sin las gafas de ver. Qué desastre...jejeje)
Salud y buen pulso.
Nunca he entendido las ganas de destruirmos los unos a los otros.
ResponderEliminarSupervivencia, lucha por el territorio de caza, recursos limitados. Desde el Paleolítico, más o menos se repiten los mismos comportamiento. Nos guste o no, somos animales, y predadores. Lo de racionales, está por ver...
ResponderEliminarEsto no tiene remedio!
Viva la ironía, Sagardiana.
ResponderEliminarBuena noche pulsada.
Aquí...¿Que nunca has entendido la actitud, que no simples ganas, destructiva entre los humanos? Pues es consustancial y viene de antiguo. ¿No conoces el mito bíblico de Caín y Abel? Ahí la leyenda ya empieza a hablar de los conflictos entre agricultores y ganaderos. Tal vez el principio de todos los conflictos y guerras posteriores.
ResponderEliminarPara meditar y tenerlo claro.
Lagave. Más o menos, y en síntesis. Y la racionalidad también es de la especie. No quita una cosa la otra. Aplica la ley de los contrarios. La Historia Humana es un autopulso.
ResponderEliminarParticularmente pienso que estamos en una escalada muy fuerte y de desenlace imprevisible. Una parte de la Humanidad, en los dos últimos siglos sobre todo, ha generado para su riqueza una situación de desequilibrio en amplias zonas del planeta. Y la reacción lenta y paulatina de los primeros tiempos está dando paso a desesperaciones y conciencia de excluídos capaces de todo. Creo que no hay más que leer la presa diaria.
Y como tú tampoco soy optimista. Tendrá remedio pero de maneras muy malas. ¿Por qué siempre pensamos como miembros de estas scoiedades de opulencia y no nos ponemos en la piel de millones de excluidos y maltratados?
Igual que somos humanocentristas respecto a otras especies lo somos entre clases y entre zonas y entre humanos. Duro.
Gracias y buen descanso onírico.
Eso no quiere decir que tenga que entenderlo.
ResponderEliminarPor supuesto, aquí, nada más lejano de mi intención, y el libre albedrío es lo que es. Mas no suficiente, acaso.
ResponderEliminarBuena noche.