martes, 22 de septiembre de 2009

Merma


Nada está preparado para el lamento. De la misma manera en que se posee se priva. Esa inmanencia acomodaticia del universo no es real. No es sino una representación que la especie pensante genera. La fuerza no reside en la culminación, sino en el cambiante y alterno acontecer de los días. La armonía deriva del ciclo variable que se renueva. Los colores saben encontrar su lugar. Se adaptan a la aproximación o al alejamiento decididos por la potente estrella. Y siempre al ritmo que no cesa. El milagro de las estaciones en nuestro planeta. Hay que contar con la pérdida del espacio cenital. Para comprender el valor de cada latido. No hay estado del color, como no hay edad de la vida, que tenga más o menos importancia. Es la necesidad lo que define cada paso. Cada hallazgo o cada extravío son precisos. Las pérdidas enseñan. Lo que se halla, sorprende. Hoy, por ejemplo, me asombro de nuevo. El asombro me impide mermar.


(Rothko sabe de ello)

2 comentarios:

  1. Quería esperarme un poco a ver dónde te llevaba esta serie rothkiana, tan colorida y simbólica, pero esta entrada me ha traido resonancias de mi querido I Ching y no he podido contenerme.
    Si, ya lo dijeron los chinos hace un tiempo inmemorial:"lo inmutable es la mutación", pero no está de más insistir, y más cuando ese cambio nos atañe íntimamente.

    Seguimos... Un beso

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  2. Y todos formamos parte de esa dinámica del universo. Tengo la impresión de que los humanos hemos olvidado los principios más elementales. Esa física que tenían clara los antiguos y que hoy ha quedado opacada por las ideologías y el business. Rothko me está ayudando a recuperar un cierto sentido de lo elemental, que es lo grandioso. Y que hay que buscar dentro de cada uno.

    Gracias por tu cita de I Ching. Tendría que conocerlo mejor.

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