sábado, 19 de septiembre de 2009

Combate



El día, para afianzarse, libra también su propio combate. La claridad alterna sus matices. Hay una conquista en marcha entre dos fuerzas, el tiempo y la luz. La fugacidad de ambas las convierte en un envite permanente de la una sobre la otra. Nadie sabe quién desplaza a quién. La que da impresión de imponerse en ese segundo va a ser la dominada un lapso más tarde. La sucesión es un ritmo. Todo lo que acontece bajo su firmamento, sea cual sea su manifestación, sigue sus pautas. Aquí abajo se reproduce el modelo del gran combate del cielo. Ni las aguas ni las piedras ni la flora ni las especies animales se rigen por otros criterios que no se expresen entre tiempo y luz. Igual los espíritus de los hombres. Yo libro mi propio combate.


(Rothko vive)

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