miércoles, 4 de marzo de 2009
Habla África
Atreveros a mirarme y sostened
Mi mirada antigua.
Osad reconocerme de pleno.
No es un ruego ni un lamento
Sino una exigencia.
Porque estos no son ya tiempos de súplica.
Los colores que ornan mi cuerpo no son de guerra
Sino que salen de las arcillas
Que me hacen crecer en simbiosis con la tierra
Y el destino.
Mi ajuar son mis brazos y mis pezones en cono y mi rostro duro
Y mi pensamiento oculto pero fructífero que os brindo
Y mi imparable caminar.
Mi propuesta es el regazo
Que traslada a mi hijo que es también vuestro
Como lo fueron vuestros padres
Aquellos que salieron una vez de estas sabanas.
Miradme fijamente y preguntad
Sin miedo.
Os responderé con aplomo y firmeza
Pero no cerraré las respuestas.
Yo ya os dirigí todas las preguntas posibles
Y hasta hice el esfuerzo de escuchar vuestras justificaciones.
Pero vuestra falta de sinceridad me hizo perder la fe.
Ahora escuchadme a mi.
Contemplad cómo mi arraigo está aquí
Y no tiene que estar en otro lugar.
Entended que no debéis seguir segando
La vida que me pertenece.
Admitid que los territorios del pasado
Aun maltrechos
Deberán ser de nuevo extensiones de futuro.
Si venís desnudos seréis aceptados.
Si vuestras manos vienen a sostener
Seréis acogidos.
Si vuestros ojos se abren al entendimiento
Abarcaréis todo el paisaje.
Si vuestros pasos son para quedarse
Os haremos un hueco.
La negritud es tan vuestra como mía.
Atreveros a aceptarla
Porque hay muchas Áfricas que tomarán el relevo
Ya que el instinto de la supervivencia
Es implacable.
(Fotografía del neoyorquino Joel-Peter Witkin)
Asombroso lo que te dice la mujer con niño de la fotografía. Hablas del continente entero con solo verla. Podrías ser más duro, motivos tiene Africa como ningún otro continente, y sin embargo tratas de templar la expresión de Africa.
ResponderEliminarSuena como un libro de mitos y no como un alegato antioccidentalista.
La mujer es toda una representación, en la mejor tradición de las iconografías de diosas de la historia mundial.
Interesante.
Tienes razón, Juanjo. Es una diosa. Dices bien, una diosa de verdad. No una simple representación. Una diosa activa que se niega a ser vencida por la impotencia, por los caciques locales y por el saqueo de los de fuera. Una diosa sobre el suelo y contra el pasado, por eso avanza y asegura su futuro en sus brazos.
ResponderEliminarNada que ver con el estereotipo inservible de las iconografías religiosas de Occidente. Una mujer de carne y hueso y descendiente y que se ritualiza sobre su piel para resistir y progresar. Hace pensar, Juanjo, hace pensar. Hace que revisemos nuestras esclerotizadas conciencias. ¿A que sí? Un abrazo fackeliano.