viernes, 20 de febrero de 2009

La cé


Muerde la cé. Déjala asomar a los sentidos furtivos. Apriétala antes de que se te escape. El arco de tu boca se eleva para sujetar la letra. Degusta su reposado zumbido. Asómbrate de su prudente arrebato. Disfrútala como un fruto que germina, crece y madura a un tiempo. Apenas una dentellada imperceptible. Como un prodigio de plenitud. Muerde el sonido que mana entre la sanguina fluyente de tu lengua y el carmín de los labios. Los colores de la cé. Entreabre lo justo para que lo cortante y lo dúctil se encuentren en un punto pactado misteriosamente. Sin perjudicarse, sin hacer más herida que la que cause la propia frontera antes de ceder. Ya es bastante hiriente esta letra y todas las que arrastra a continuación. Ese instante pasajero y veloz, cuando se configuran en un cuerpo superior y forman una palabra, un sentido, una intención. Te paras en la cé. No quieres avanzar. La esencia fonética duda en esa extroversión. Pero debe rendirse. Para que la expresión de los vocablos se articulen. Ya es un monumento la enunciación de la cé. Una manifestación que en tu rostro adquiere el valor de los gestos. Una tentación. Una aproximación. Un puente que convierte las palabras que desean ser emitidas en un territorio con fisonomía. La cé, divergente y rebelde. Más allá del alfabeto y sus recursos, prospectando otros mundos. Desde tu boca.


(Fotografía de Leopoldo Pomés)

4 comentarios:

  1. Me maravilla que este blog tan excelente tenga tan pocos adeptos.

    Nobleza de tantos quilates merecería más interlocución.

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  2. No creo equivocarme si te digo que la última entrada de mi blog te interesa, venerable Fackel.

    Para ti, otras antorchas...

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  3. Bueno, Stalker, estando tú ya me siento reconfortado, siempre inyectas estímulo.

    Por otra parte, no engaño a nadie: escribo o transcribo o plasmo o reproduzco o vuelvo a escribir por impulso propio. ¿Para mi? Sí, pero no. No siempre lo escrito queda en uno. En el momento que sale está flotando en las atmósferas humanas. Sin copyrights.

    Y sí, la sangre me lo pide. Lo siento, nada racional que es uno. Llega un momento en la vida que uno hace lo que decía Hesse..."escuchar lo que la sangre murmura dentro de mi". Sé de gente amiga que lee estas mis menudencias ocurrentes, pero no comentan nada. Tampoco soy un blogero. No hago vida de blog. Sigo algunos que siento que me aportan y me deslumbran (no hace falta que los/ os cite)

    En fin...

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  4. Ah, luego me meteré en tu último post, ando con prisa ahora. Prefiero aguantarme la emoción, porque cuando tú avisas es que hay una sorpresa agazapada.

    Salud y apoyo. Buen sábado.

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