miércoles, 25 de febrero de 2009

Aparición


En esta improcedencia
que marca tus días
salvas
una aparición
una sombra
desalojando su enigma de verano
cuando los estampados del bosque
recubrían
la sangre muerta del extraño ser
que sólo tenía calma
y ojos asombrados
y oídos muy abiertos
y el calor que expulsó de su cuerpo
para ti

4 comentarios:

  1. El bosque tiene su estampado de luces y colores. Hay un calor de verano que despide ese cuerpo...unos ojos asombrados. Las palabras ven todo eso, eso que uno va aprendiendo a sentir y que se abre paso -como una conquista del escritor- entre la serie de asuntos vanos en que se diluye la vida. Escribes como en un ejercicio de sentir (descender de la cabeza, del análisis, a la piel, al calor, a la humedad) y creo que ese es el buen camino para un escritor, porque la mente es algo de alguna forma muerto o que mata.

    ResponderEliminar
  2. Mejor, la razón nos sirve, pero se complace en sí misma y tiende a cerrar las cosas: lo fijo mata. Todo debe quedar abierto. La razón ha de ser diálógica, nunca elevar ídolos conceptuales. Una razón que juegue a tejer y destejer, a oponerse a sí misma, contradecirse...una razón que sirve para buscar no para encontrar. Bueno. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Ratifico casi todo lo que dices, Francisco. Aunque creo que más que la razón lo que se complace es ese concepto racionalista e idolátrico con el que pretendemos justificar nuestras fugas íntimas: el ansia, la posesión, el predominio, la clausura de nuestro torréon interior...justo todo lo que nos aleja de nosotros mismos. Porque evidentemente, si planteamos nuestro Yo interior como algo abierto, la vida que buscamos y la que ofrecemos será también abierta. He ahí la clave que a mi me obsesiona: las posibilidades, cuyos límites no voy a decir que no existen, pero sí que son mudables, alterables, que se pueden rebajar.

    Por cierto, Francisco, y a propósito del texto, no imaginas en qué arboleda de mi infancia (quién sabe si también de la tuya) ha renacido mentalmente ese modesto poema. Pasaba un riachuelo al lado...

    ResponderEliminar
  4. Fackel es el que ha comentado lo anterior, Francisco. Se me va el punto con frecuencia a la casilla que no corresponde.

    ResponderEliminar