Acabas de abandonar el pedestal. Te has liberado del musgo y del verdín. La figura ha perdido el escorzo obligado. Has abandonado aquel ofrecimiento transversal que te izaba hacia el cielo Te sientes cansada. Más vaporosa, más a merced de los elementos de la invisibilidad. Los transeúntes no notarán a primera vista tu ausencia porque un doble reflejo habrá quedado allí, en la plaza. Pero la representación no será la misma. Le faltará espíritu, porque te has ido. Porque has abierto en canal la forma para sobrevivir en otros cuerpos. Sólo los que sigan mirando con ojos de búsqueda sabrán que tu doble no eres tú. Algunos desesperarán. Otros no querrán volver a pasar por el lugar para no ver lo que ya no es. La vaciedad. Te cubres de una sedosidad blanquecina que te conduce hacia nuevas encarnaciones. O acaso no deseas volver a adquirir la materia del bronce ni la del mármol ni la del cromatismo. Acaso sólo pretendes deambular sin ser advertida. O sólo quieras contemplar las figuras de la calle como si ellas fueran ahora las estatuas. Esas corporeidades esculpidas en obligación. Te desencantarás. Extraviarás tu mirada porque el objeto no atrae. Y ya no podrás volver atrás. No deberás volver al ejercicio dadivoso que extendía tu cuerpo entre la tierra y el firmamento. Errarás revestida de alba. Quisiste conocer a qué sabía el mundo desde el suelo. Indecisa y lasa caminas sin posar los pies del todo. Esos pies que hablaban a cuantos transitaban a tu lado de día o de noche. No hay huella de un gesto grave en tu rostro. La sombra te parte la emoción y te la roba. Sólo te sabes expectante. Ida. Vagabunda.
Bienvenida querida mía, al extraño mundo de los vivos donde todo consiste en cubrir, tapar, envolver, ocultar, esconder... Dirás sí, cuando quieras decir No. Pronunciarás No ,cuando en tus ojos lea una afirmación. Acallarás lo que sientes, y cuánto amas. Rugirá el miedo eterno de errar siempre en cuanto hables, pero no escuches. Uno nunca se equivoca si expresa lo que siente.
ResponderEliminarTú no, no cubras tu cuerpo con ese esteril sudario, pues tú no serás jamás carne de la tierra.
Deslúmbranos con esa integra belleza fragua de metales y de manos que un día te modelaron ¿A qué semejanza pertenecerás? ¿Qué sangre fluye por tus venas de mármol? ¿ Cómo es tu rostro cuando te desperezas en medio de la noche?¿ Cómo te sentirás cuando anide un pájaro en tu hombro? ¿sentirás el corazón alado?
Camina entremedias de la muchedumbre, sigue reencarnándote, deámbula con la peor de tus caras entre el mundo nuestro de perturbados, Ida y vagabunda como él te esculpe, seguirás siendo una Diosa.
Castígame a no poder abandonarlo todo, y seguirte.
V.
Vd. sabe dialogar con la estatua, V. O tal vez con la imagen, o tal vez con la vida que hay que preservar, o tal vez con su ilusión. El mundo de los vivos es demasiado fantasmagórico, de ahí ese sudario. Pero seguro que no se dejará llevar. Impactante su comentario, V. Impactante.
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