martes, 6 de noviembre de 2007

La raya


No se sabe qué sube o qué baja. O qué plano traiciona el raso del cielo. Todo tan simple como equívoco. El árbol testigo; tal vez un arbusto. Apenas una raya quebradiza traza el perfil de la trama. Todo tan quieto entre el ascenso y la caída. Extraña lejanía. Lo próximo se aparta cuanto más te acercas a la nada. Y la sustancia se oculta y la materia se hunde. Cuánto estupor en tus ojos. Cuántos silencios ahuecan tu frágil espalda. El viento huele a cenizas. Has descalzado tus pies para sentir los sonidos que discurren invisibles. Qué sequedad en tus labios. Tomas un puñado de arena. Formas una duna sobre tu mano huesuda. Al agitarla, una fuente mana sobre su agrietado dorso. Bebes en ella mientras persigues una sombra donde acoplarte. Cuánta distancia sin saber si vas o vienes. Qué poblada tu barba de recuerdos. Las huellas apenas son estrías. Y por medio, tan solo una frágil línea. El contorno insinuante de la antigua serpiente.


(La fotografía es de Bill Schwab)

4 comentarios:

  1. Mistérico y oculto: la antigua serpiente...¿cómo interpretarlo? Un abrazo, F.

    ResponderEliminar
  2. Qué bien saber de ti, Sebastian, después de este tiempo. La ancestral y tentadora serpiente, ya ves, los mitos hablan.

    ResponderEliminar
  3. La simetría de la calma. Huele a frio, pero se siente uno a gusto en esa pendiente que no termina.
    Buenas noches

    ResponderEliminar
  4. Gracias por tu presencia, Olvido. Siempre tan matizadora. Una pendiente es una raya muy curiosa. Implica ascenso y bajada. O elevación y caída. Sólo el árbol permanece ajeno a las simetrías opuestas. ¿Podremos ser algún día árboles? Buenas noches.

    ResponderEliminar