martes, 25 de septiembre de 2007

La palabra fugaz


Perderás las palabras. Sí, la capacidad de las palabras. El lujurioso sentido de su sonido. El rigor de lo que tratan de decir. Las leves sugerencias. Los matices con que te diviertes según toman cuerpo en tu imaginación. El misterio de sus significados cambiantes. El armazón con que construyen tus esperanzas. La fe que ve partirse sus dogmas entre tus labios. La dirección incesante tras la que corren. Echarás de menos sus juegos frontales y los oblicuos. Añorarás sus geometrías, las que te hacen elevarte y descender, a veces de golpe, a las entrañas de la duda. Olvidarás las secuencias que habrán desplegado durante años para ti. Los pensamientos no serán ya nada sin las palabras. Las sensaciones sentirán menos. Los recuerdos se diluirán como meras imágenes mudas. Las presencias irán siendo cada vez más ausentes. Todo volverá al principio. Tu último estertor no recordará en nada aquel balbuceo inicial. Y aún querrás reaprender. Aunque tus labios no se muevan, ellas bullirán entre el cansancio de tu sangre. Quién sabe si tu manifestación final será un gesto, una respiración agotada o una palabra que vuele. Entonces, seguramente alguien leerá por ti aquellos versos de Mark Strand que tanto te gustaban:

La puesta de sol. Los prados ardiendo.
El día perdido, perdida la luz.
¿Por qué amo lo que huye?

(Acompañado de un grabado del autor valenciano Manuel Boix)

2 comentarios:

  1. El epílogo de este poeta no tiene pérdida, sabe a poco. De todos modos no debes temer la pérdida de las palabras. La posesión implica el extravío. Sin este no se valora la primera y a la inversa. Es ese taoísmo implícito en la naturaleza y en la vida lo que nos vuelve tan humanos y deja sin argumentos lo pretencioso y convierte en ridículo el aferrarse a lo efímero. Salut.

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  2. Bueno, viéndolo desde cierto punto de vista, no me preocupa excesivamente la pérdida de las palabras, y si se da, eso significa que se han poseído, y que nos hemos dejado poseer por ellas...tan peligrosas ciertamente. Pero gracias por tu ingenioso consejo. Un abrazo.

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