sábado, 30 de junio de 2007

El diente de Atapuerca


En el principio fue el diente.

Y el diente estuvo ahí, y junto a él otros dientes, es decir los de leche, los premolares y otros molares, incluidas las muelas del juicio.

Y sin él nada se hizo, y sin ellos nada hubiera llegado a ser en la especie. En principio los dientes no pasarían de los veintitantos años porque, aunque se empeñaran en masticar todo tipo de carnes y pescados crudos y bayas y frutas diversas, los dientes no lo eran todo en un organismo complejo dotado de estómago, hígado, intestino y otros compartimentos secretos que se conjuraban benévolamente para fomentar la actividad integral del individuo. Porque detrás o encima o dentro o sobre o desde..., haciéndose en fin, siempre estuvo un individuo.

Y el individuo valía por sí mismo en cada tiempo y lugar, por más oscura y prolongada que nos parezca la cuna que nos meció.

Y el individuo siempre existió antes que la persona y el personaje, mal que les pese a la iglesia católica y a los mediáticos de nuestro tiempo.
Y todo fue hecho a partir de la masticación y de la digestión.

Y los individuos, bien por azar, bien por adaptación, bien por modificación debida a la observación y a la experiencia, desarrollaron recursos y capacidades. Porque más allá, el desafío estaba escrito: extensas sabanas, densos glaciares, contradictorias oscilaciones climáticas, atmósferas cambiantes, ingente cantidad de especies animales con los que competir o sobre los que intervenir para obtener el triunfo de la supervivencia.

Este diente vino para dar testimonio de la evolución larga y compleja de la especie. Con él llegó la luz, y en sí tal vez no era la luz, sino acaso un mero testigo y reo y víctima y portador de la luz.

En el principio acaso no fue ni el principio.
(Atapuerca es la gran esperanza blanca de los hombres de buena voluntad. Es decir de cuantos todavía creemos en la indagación, en la interpretación y en el conocimiento. Las aportaciones punta de última generación que existen hoy día en la Humanidad no serían nada sin aquellos primeros dientes. Atapuerca nos resulta útil no sólo para conocer nuestro pasado sino para reconsiderar moralmente nuestro pasado y nuestro presente. Quienes pintan los descubrimientos de Atapuerca exclusivamente como la investigación sobre el origen del hombre se quedan cortos. A algunos no nos queda duda de que las ciencias relacionadas con el conocimiento del hombre primitivo nos aportarán también el origen de la Palabra, es decir, del enfoque aproximado y no mítico sobre la evolución de nuestra especie. Si a las filosofías inútiles y a las religiones de leyendas y mitos no les gusta, allá ellos. No dudo de que el diente de Atapuerca -como emblema de tantos otros restos y connotaciones científicas- nos hará más libres)

2 comentarios:

  1. Creo captar tu idea, emulando y tal vez parodiando el estilo del Evángelos de Juan. El conocimiento de los orígenes pueden desarticular todas las fes, ideologías vanas, mitos ineficaces y pragmatismos de mercado que en la historia están siendo. Yo lo espero también. Sólo hace falta que algún día todos nos atrevamos (incluídos los sitemas de enseñanza) a admitir los descubrimientos. En ese sentido reivindico cualquier ciencia útil: la prehistoria y la arqueología, la paleontología y la antropología, la geología y la zoología, etc. Se trata de que todas ellas se imbriquen y se aporten en aras de obtener claves. Vamos por buen camino. No tiene sentido ya ignorar sus aportaciones. Hay que llevar a nuestra idea y vida cotidiana la ciencia, siempre nueva, siempre rejuveneciendo, siempre sorprendiendo. Lo único que hace es poner nuestro pasado y nuestras profundidades en nuestras propias manos. Todos mis ánimos con la gente de Atapuerca, por lo tanto. Gracias, Fakel.

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  2. Gracias, Fernando. Lo que me preocupa es que algo ya tan viejo tengamos que replantearlo como si acabáramos de descubrir. No sé si es por esta peculiar o maldita sociedad española, por la demagogia de ciertos sectores y de cierta Iglesia, o porqué, que parece que tengamoque seguir reivindicando lo que no es ya sino la línea irreversible. Si la técnica y la investigación científica en general están para fabricar y construir medios más evolucionados, ¿por qué no van a estarlo para interpretar el mundo sin falsedades ni hipocresías? Un saludo grande.

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