domingo, 15 de abril de 2007

Los niños


En la hora de la distancia, ¿qué significado adquiere una fotografía? ¿Es la sorpresa, el choque, cierto olvido? ¿Se vuelve al tiempo, al lugar, a la vieja querencia? ¿Se compara? ¿Se establecen conclusiones, siempre relativas y equívocas? ¿Se conmemora? ¿Se medita sobre lo acontecido desde ese instante lejano e irrecuperable? ¿Qué se sabe de las gentes que estaban en el entorno de los niños? ¿Qué se hizo de la casa, de la calle, de la ciudad? ¿En qué derivó el viejo taller de los tintes? ¿Sigue hiriendo el frío de los largos inviernos? ¿Qué medida humana ha estado en vigor desde entonces entre ellos? ¿Se reconocerían hoy aquellos niños en su pose hierática? ¿Se mantendrán las mismas miradas a pesar de la alteración natural de los cuerpos? ¿Se seguirán tomando de la mano? ¿Percibirán cercano su palpitar? ¿Se escucharán? ¿En qué punto de la emoción convergirán hoy? ¿En qué límite de sus silencios se desencontrarán? ¿Se reconocerán a sí mismos? ¿Lo harán el uno respecto al otro? ¿Les arroparán viejos allegados y nuevos observadores?

Al final nos ahogamos en las preguntas. Ellas siempre tan desbocadas. ¿Las hacemos para respondernos y, como a veces se pretende, para liberarnos de los viejos fantasmas? ¿Intentamos con ellas reaprender, retomar, revivir? Pero las respuestas jamás no satisfacen. ¿O es que acaso no hay verdaderas respuestas? Es decir, respuestas que respondan, nos plazca o no obtener aquellas que nos gustarían. Las verdades, me temo, siempre tan ocultas. Siempre tan pendientes, siempre tan condenadamente desconocidas. Y, sin embargo, uno sigue queriendo a sus portadores sufrientes.

3 comentarios:

  1. Me temo Fackel, que nos hacemos preguntas para seguirnos mintiendo.
    Buenas noches

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  2. Y hacemos preguntas a otros con el deseo oculto de que nos mientan también.
    Un saludo

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  3. ¿De lo que cabe deducirse que la mentira es el elemento biológico y cultural de supervivencia? Y la verdad, mientras, ah la verdad...¿Será la verdad el alter ego de la mentira? Gracias por vuestro cuestionamiento. Tal vez sea la duda la gran liberadora...

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