sábado, 24 de marzo de 2007

Con Neuman




Uno esperaba encontrar a un bonaerense engolado, repolludo y sabelotodo y ni siquiera casi se topó con un argentino. Los años de cocimiento y crecimiento en España, principalmente en Granada, incluso le han hurtado gran parte de su acento. Lo que no le han robado es su risa desbocada, su ironía mordaz y su gracia más andaluza que porteña. Escucharle en la lectura de sus propios escritos es tan apasionante como leerlos tú mismo, incluso más, porque te llega el texto de pleno, con fondo y forma. Expresión completa, vaya. Y eso mismo te retrotrae al espíritu ancestral del cuento o de cualquier historia: que el cuento vale tanto por narrado oralmente como por escrito. Andrés Neuman confiesa la admiración que siente por ciertos programas radiofónicos nocturnos, a los que la gente llama para contar sus problemas, hablar de sus angustias y de sus miedos. La gente narra verdaderos cuentos por las ondas, dice el escritor. Los oyentes que llaman lo hacen porque se sienten feos, gordos, acomplejados, etc. A Neuman le sorprendió que una vez llamara una mujer que dijo que se sentía desgraciada por ser demasiado guapa. Y los oyentes entraron a saco criticándola, acusándola de pasarse, de quejarse sin razón, y eso fue precisamente lo que la dio la razón a ella. Se sentía rechazada porque era demasiada guapa. La fealdad, cuenta Neuman, suscita compasión, pero la belleza mueve al rencor.

A Neuman muchos le conocen más como poeta que como cuentista o como novelista. Pero hay un libro publicado por la editorial Páginas de Espuma, titulado Alumbramiento, que no tiene desperdicio y que reúne un montón de cuentos breves, algunos de los que se diría que son microrrelatos, que satirizan los roles de los hombres o expone mordazmente las relaciones en el mundo literario. Ni que decir tiene que la ironía, el humor o el desparpajo ante lo terrible son las herramientas fundamentales de Neuman. El vivo reflejo de sí mismo, posiblemente. Transcribo un minicuento graciosísimo y punzante.

LA FELICIDAD

Me llamo Marcos. Siempre he querido ser Cristóbal.

No me refiero a llamarme Cristóbal. Cristóbal es mi amigo; iba a decir el mejor, pero diré que el único.
Gabriela es mi mujer. Ella me quiere mucho y se acuesta con Cristóbal.
Él es inteligente, seguro de sí mismo y un ágil bailarín. También monta a caballo. Domina la gramática latina. Cocina para las mujeres. Luego se las almuerza. Yo diría que Gabriela es su plato predilecto.
Algún desprevenido podrá pensar que mi mujer me traiciona: nada más lejos. Siempre he querido ser Cristóbal, pero no vivo cruzado de brazos. Ensayo no ser Marcos. Tomo clases de baile y repaso mis manuales de estudiante. Sé bien que mi mujer me adora. Y es tanta su adoración, tanta, que la pobre se acuesta con él, con el hombre que yo quisiera ser. Entre los fornidos pectorales de Cristóbal, mi Gabriela me aguarda ansiosa con los brazos abiertos.A mí me colma de gozo semejante paciencia. Ojalá mi esmero esté a la altura de sus esperanzas y, algún día, pronto nos llegue el momento. Ese momento de amor inquebrantable que ella tanto ha preparado, engañando a Cristóbal, acostumbrándose a su cuerpo, a su carácter y sus gustos, para estar lo más cómoda y feliz posible cuando yo sea como él y lo dejemos solo.


Mereció la pena conocer personalmente a Neuman que, con sus treinta años y su ya amplio bagaje literario, sorprende gratamente a los lectores que nos creemos avezados en nuestra edad madura. Y nos vuelve expectantes ante su futuro creativo.


(Cuadro de Luis Quintanilla, que a mi me recuerda más bien la historia bíblica de Susana y los viejos, pero que lo acoplo aquí)

3 comentarios:

  1. Qué blog tan interesante! Neuman es uno de mis escritores favoritos, su cuento "La mujer tigre" me parece p-e-r-f-e-c-t-o.
    Saludos, volveré por aquí a seguir aprendiendo.

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  2. Buscaré ese cuento, aunque me gustaría saber en qué volumen recopilatorio se encuentra. Hasta ahora no había conocido a Neuman y siempre hago caso de cuantas personas o individuos me recomiendan alguna lectura (con el riesgo conesecuente de que la opinión compromete a la persona que te lo recomienda, jeje)

    Gracias, escápate por este loco cuaderno cuando quieras y qué decirte, sino que uno ni es maestro ni misionero, y uno no trata de enseñar nada (o tal vez algo a sí mismo, pero para esta labor, uno tiene que copiar mucho...) ni redimir a nadie (que cada cual se condene o se salve como le sea dado)

    Salud.

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  3. Hace años, quizá 5? descubrí a Neuman en un periodico. Me produjo una atracción de esas que uno no puede hacer otra cosa que entregarse y lanzarse a la búsqueda desesperada.

    Encontré "La vida en las ventanas" y su lectura desbarató todos mis esquemas. Me dejó en la más absoluta indiferencia.

    Seguramente la culpable soy yo. No me cabe duda...

    Amanece. La bruma a estas horas es una canción perfecta

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