miércoles, 1 de noviembre de 2006
El vértigo de Burton
Esta sensación de vértigo que nos embarga, ¿está más cerca de la vida o de la muerte? Y entiéndaseme la pregunta en un sentido no literal, no circunscrito a la magnitud filosófica de los dos acontecimientos polares, sino a ese otro acontecer ordinario, a ese tránsito de las aparentes menudencias que se manifiestan y pugnan con y por la vida pero que se agotan retroactivamente en cada jornada que pasa. Esa impresión de ritmos vitales precipitados, de ansiedad desmesurada, de urgencias sinfín, de sucesión alocada de hechos, de desencadenamiento de factores, de precipitación calamitosa de quehaceres, de acumulación de compromisos, de resolución de problemas, de catalización de incidentes, de asunción de obligaciones, de amontonamiento de dudas, de vaciamiento de calma, de desbordamiento de incertidumbres, de soslayamiento de obstáculos, de agitaciones recurrentes, de azuzamiento de mensajes, de cascada de desafectos, de inquietudes vanas, de rupturas con la memoria, de exigencias huecas, de quiebra de las palabras sensatas, de actitudes robóticas, de desasosiegos inútiles, de ocupación de los espacios físicos, de feroces envites competitivos, de avasallamiento sobre los territorios personales, de
desbordamiento de los objetos por los objetos, de las interferencias del ruido vacuo, de desplazamientos de la aproximación, de acopio de ignorancias, esa particular percepción en parte soñada en parte intuida en parte sufrida que, aun comprobada individualmente es compartida por cuantos seres humanos se alzan cada amanecer en aras a proseguir la inercia, ¿significa vida de creación o significa vida de desgaste? No he querido en esta preguntar oponer a secas vida a muerte, porque los complementarios nunca se oponen sino que se alternan, se sopesan, se intercambian, se valoran, se estimulan y se reconstruyen, y además sería categorizar y robar protagonismo a esa polaridad indiscutible de la cual no se es ni se deja de ser, y por la cual, una vez manifestada, ni se vive ni se deja de hacerlo. Nada hay de nuevo bajo el sol, salvo la propia intensidad y las propias características de los tiempos. Ya el erudito inglés Robert Burton constataba en 1621 el desasosiego de su época:
“¿Qué es el mundo mismo? Un vasto caos, una confusión de modales, tan variable como el aire, un manicomio, una tropa turbulenta llena de impurezas, un mercado de espíritus vagantes, duendes, el teatro de la hipocresía, una tienda de picardía y adulación, un aposento de villanías, la escena de murmuraciones, la escuela del desvarío, la academia del vicio; una guerra donde, quieras o no, debes luchar y vencer o ser derrotado, en la que matas o te matan; en la que cada uno está por su propia cuenta, por sus fines privados, resiste en su propia custodia”
(Las pinturas que se acompañan son Metrópoli y Caín, del pintor expresionista alemán del siglo XX George Grosz)
AH! LA ANGUSTIA
ResponderEliminarAh! La angustia, la abyecta rabia, la desesperación
De no yacer en mí mismo desnudo
Con ánimo de gritar, sin que sangre el seco corazón
En un último, austero alarido!
Hablo -las palabras que digo son nada más un sonido:
Sufro -Soy yo.
Ah, extraer de la música el secreto, el tono
De su alarido!
Ah, la furia -aflicción que grita en vano
Pues los gritos se tensan
Y alcanzan el silencio traído por el aire
En la noche, nada más allí!
Enero 15 de 1920
Pessoa
Fackel para que calmes tu ansiedad , te regalo esta 'pequeñez' de Angel Gonzalez:
CREPÚSCULO, ALBUQUERQUE, INVIERNO
No fue un sueño,
lo vi:
La nieve ardía
Ya sé que somos hijos del agobio, pero a pesar de saberlo y de sufrirlo, ¿podemos hacer algo más? Tu pesimismo "filosófico" lo comprendo, Fackel, pero no podemos dejarnos arrastrar al nihilismo. Aunque las barbaridades que se están haciendo con la Tierra, por ejemplo, cito lo del film de Al Gore del quese habla estos días, yla espada de Damocles está ahí cada vez más baja, me resisto a tomar los caminos psicológicos de la desesperanza.
ResponderEliminarSaludos.
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ResponderEliminarNo conocía el poema de Pessoa, pero lo buscaré. Gracias, Daniele.
ResponderEliminarSebastian, no me veo inmerso en el nihilismo, aunque no digo que no me halle camino de él. Ahora bien, esa relación tosca que hago de agobios producto del tiempo y de las costumbres...¿no es ahí donde precisamente se incuba el nihilismo más atroz y demoledor? Y ya que citas lo de la película de Gore, la verdad es que lo que viene es lo que vamos a recoger tras lo sembrado. ¿Para ser optimistas? Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarTEnías razón tendré -tengo- que ir a verlo.
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