lunes, 25 de septiembre de 2006

El caos, según Caraco (I)


"La masa de perdición, he aquí el pecado del orden y si la masa ha invadido todo, contaminado todo, marchitado todo, infestado todo, ofuscado todo, lo ha vuelto todo peor que el caos mismo hasta el punto de volver el caos más deseable, es porque el orden tenía necesidad de ella"

En estos tiempos de masa más diversificada, polifacética y urgida que nunca las palabras de Albert Caraco toman un carácter directo y hondamente profético. La masa a través de la historia ha cumplido disintos papeles: un papel de mano de obra barato, otro de votantes susceptibles de ser arrastrados a las más lacerantes aventuras , otro de composición sangrante de ejércitos y ahora uno neurótico y competitivo de consumidora sin límites. La masa existe para ser utilizada en todo aquello que vaya en la línea de producir y proteger beneficios, no tiene otro fin. La masa es la otra cara del Becerro de Oro. Para Caraco, no hay duda de que está consagrada al Orden:

"El orden, al que nosotros servimos y que nos envía al suplicio, el orden necesita productores y consumidores, no hombres enteros, los hombres enteros lo incomodan, preferirá siempre los engendros, los sonámbulos y los autómatas, su crimen está ahí, el orden es a la vez pecador y criminal..."

Ha sido un descubrimiento intenso y cautivador de fin de semana. Echarse a la coleta una primera lectura (inmediatamente el cuerpo exige una segunda exégesis, aunque no es cosa de hacerlo de inmediato) de su Breviario del caos (Editorial Sexto Piso) fue una manera para este blogero de limpiar la mancha de mora con mora, arriesgado ejercicio del que puedes salir más pesimista o tal vez purificado.

Albert Caraco es uno de esos pensadores con vida forzadamente viajera, erudito y con su punto francés, que prácticamente desconocemos en España. Como en el cuento, se puede decir que de Constantinopla (Caraco nació allí en 1919, pero es uno de los hijos de la diáspora del siglo veinte) viene un barco cargado de...epigramas pesimistas, de aforismos deseperanzados, de remates existencialistas radicales. Su Breviario del caos podría ser objeto de convertirse en una guía de nuevos jóvenes rebeldes, pero ¿estarían hoy los jóvenes por la labor? Porque el radicalismo de Caraco, aunque en la forma diríase que es provocador, machacón, que recuerda constantemente el perfil del animal político susceptible y salvaje, no es un radicalismo de antes de la revolución, sino de la vuelta de la vida, de la comprobación y de quien no quiere que le engañen más. En este sentido lo sugiero como faro para viejos rebeldes, que no rendidos.

Son objeto especial de crítica por parte de Caraco la familia, la natalidad y su consecuencia desmesurada, la superpoblación, la masa irredenta, que él llama muy inteligentemente la masa de perdición, las religiones, los valores morales, los intelectuales que entran al juego de estos o no saben responderles con contundencia, los nacionalismos, el Estado, la ignorancia, ladestrucción del planeta...

"Ninguna espiritualidad prevalecerá sobre la biología y sobre la ecología, todos los religiosos están superados, no hay ninguna diferencia entre los hechiceros y los sacerdotes, somos tan despreciables por ir a consultar a unos como por tener respeto hacia los otros. Las leyes de la naturaleza se burlan tanto de los exorcismos como de de las oraciones y ahora que se aprende a conocerlas mejor, se vuelve criminal infringirlas y doblemente si es por amor a los segundos. La negativa de hacer sacrificios a los dioses y de honrar a sus sacerdotes, en realidad ya no hará morir a nadie, pero la ignorancia de la ecología y el desprecio de la biología preparan a la especie entera el futuro más trágico. Nuestras religiones son pestes y los poderes que los apoyan conspiraciones de envenenadores, nuestra espiritualidad no es más que una masturbación de las facultades mentales, en adelante necesitaremos todos nuestros recursos si queremos reconsiderar el mundo, un mundo donde el hombre sea el único amo de la vida y de la muerte, el único, digo yo, que se me entienda bien, ya que la coartada metafísica acaba de expirar y no podemos ocultarnos tras nuestra impotencia"

Lo que puede parecer un Breviario de la desesperanza, donde el caos y la muerte se citan y recitan hasta hartar, resulta un acicate y un estímulo. No puede haber contemplaciones con las falacias, lo improbado y lo superado por las demostraciones. La obra puede parecer, en fin, obsesiva, recurrente, a veces reduccionista (aunque creo que formalmente a propósito) Es el subconsciente colectivo el que queda abierto en canal por la cuchilla de Caraco. Establezca cada cual las conclusiones cuando se haya aproximado a su lectura.

"No lo guardo rencor al hombre común, cada vez más indiferente y que se estima satisfecho porque la industrialización le procura las apariencias de la felicidad, aunque sea de manera provisional."

(Las pinturas de aspecto tribal son de Louis Soutter)

4 comentarios:

  1. Hola Fackel, es interesante esta comunicación sobre este autor, una no sabía nada de que existiera. Pero mira por dónde el asunto de la masa como concepto siempre me ha atrapado bastante. Habría tanto que hablar de la masa, no? Igual hasta me animo a ver lo que escribe.

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  2. Mira por dónde, sí, creo que habría que tratar más el tema de la masa. Tal vez pronto me anime a traer a colación otro autor que trabajó sobre el fenómeno. Gracias.

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  3. Quizá –y no sé si es un defecto-lo malo de Caraco sea el pesimismo reiterado que te hace
    la lectura más irreal. Pero 'realmente' el panorama era muy negativo y ahora, ahora ¿qué ha cambiado?
    Un saludo

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  4. Daniela: Ahora, es el panorama real lo que ha devenido más pesimista de hecho, pero no se lo quier reconocer en la subjetividad de nuestras sociedades. Somos demasiada masa. Y por lo tanto, estamos ciegos, paralizados, conservadoramente indecisos. Caraco quiere ser pesimista, y negativo, y agrio, porque así se ríe mejor. Hay tal vez algo de histrionismo culto y de crítico desmesurado en el Breviario. Él es parte del Breviario. Su sermón sobre el caos y la muerte acaso sea su propio sermón sobre sí mismo (no olvidar su suicidio con cincuenta y dos años)

    Zeleste: en efecto, habría más bien que recordar lo que a lo largo del siglo veinte se ha dicho y escrito sobre la masa. Ya iremos tratando el tema, ya...

    Gracias a ambas. Buenas noches.

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