Habiendo llegado a los arrabales de Edo salieron a mi encuentro multitud de sujetos variopintos. Cada cual dispuesto a prestar sus servicios. Unos pugnaban por portar mi liviano bagaje. Otros para proporcionarme protección si transitaba por andurriales peligrosos. Algunos ejercían de dudosos cambistas presumiendo de ser honestos financieros. No faltaban quienes se ofrecían a llevarme en una especie de palanquín al modo de los personajes notables. Se acercaron también oscuros individuos pretendiendo engatusarme si buscaba el placer fácil. Quién por un lado vendía comida rápida. Otros leche agria. Quién pescado en salazón. O cestos y sombreros de bambú. El griterío era tan excesivo que tuve que concentrarme para que no me afectara. Y sin embargo me admiraba de tanta vivacidad, sobre la que me habían puesto en antecedentes pero sin alcanzar a imaginarla.
Aquel tráfago estaba poseído de tal agitación que casi se apoderaba de mí. Un pequeño grupo de monjes pasó discretamente, sin ser importunados. Ante la aparición de una patrulla de soldados los vendedores más pícaros rebajaron el tono de sus ofertas y los negociantes ilegales se escaquearon apresuradamente. Alcancé el cruce ensanchado de dos calles de trazado caótico donde se había organizado un corro de gente atenta y silenciosa. Me sentí atraído porque contrastaba con las escenas que acababa de presenciar.
Los espectadores rodeaban la actuación extraña de una compañía minúscula. Los actores parecían ir a contracorriente del teatro tradicional. Prácticamente desnudos desarrollaban unos ejercicios improvisados que dejaban pasmados a los curiosos. Apenas utilizaban palabras, solo emitían de vez en cuando algún sonido gutural breve pero agudo. A un lado un músico tañía su shamisen, con acordes monótonos y pausados. Pregunté entre el público sobre aquel arte enigmático, pero no me supieron informar. Cada cual arriesgaba una opinión, si bien coincidían en que no habían visto antes nada parecido. Debía ser alguna moda nueva o que los intérpretes procedían de alguna región lejana o puede que el ritual de alguna confesión ignota.
Los bailarines hacían hincapié en gesticulaciones cautelosas, cuya cadencia solo era rota por movimientos inesperados y ágiles. Alternaban lentitud con precipitación, pero con tal control que parecían relatar una historia anímica, la historia íntima que hierve en cada individuo en solitario y que traslada a la agrupación de otros hombres si es preciso. Se diría que aquella danza se regía por movimientos instintivos y nada ensayados ni acordes a un método estipulado. ¿De dónde nacían las miradas perdidas de los danzantes? ¿Y las caídas y la extensión de sus extremidades? Las aproximaciones de los actores, pasando de la apacibilidad a la sacudida trémula, ¿expresaban afecto o repulsión? En definitiva, aquella actuación rigurosa pero dispar, ¿emanaba de un horizonte de luces o de un submundo de sombras?
Según crecía mi fascinación por el espectáculo, que no tenía concesión alguna a tradiciones ni cultos, decidí sacar de mi bolsa el cartapacio, disponiéndome a dibujar sus ejercicios. En la alternancia de estos, tan frenéticos como pausados, intentaba captar sus burlas y desquites, sus plantes y convulsiones. ¿Eres artista de la corte?, me preguntó un hombre de mediana edad que dijo haber llegado ese mismo día a la urbe y se asomaba al corro también con extrañeza. Ya quisiera yo; voy por mi cuenta, le respondí. Me viene bien tomar bocetos para luego reproducirlos con más detalle. Pero el hombre, atento al espectáculo, no volvió a preguntarme nada más, si bien de vez en cuando echaba un vistazo a lo que dibujaba.
Continué a mi tarea, sin tener claridad ni pulso preciso al plasmar los bosquejos, pues no entendía a fondo el sentido de la representación. Así que decidí no buscar explicación alguna. Me sumergí en aquel baile difuso dejando que mi mano siguiera instintivamente los movimientos de los actores. Dibujé con mi sentido del oído compinchado con el de la vista, como si yo también participase poco a poco de aquella ceremonia de perplejidad. Al fin y al cabo para un dibujante que aún está aprendiendo lo mejor es dejarse llevar por la intuición, pensé. Y en este caso por el ritmo que impulsa a estos danzantes de las sombras.
(Del Diario de un aprendiz de miradas, cuyo autor probablemente se trate del pintor Akira Utagasha)
Uno de los trabajos más fascinantes que en su día me tocó realizar, fue, durante bastantes sesiones diferentes, un book fotográfico de una escuela de danza contemporánea. Nunca, repito, nunca he disfrutado tanto como en aquellas jornadas, en los ensayos, además en un local muy oscuro que daba un juego de luces maravilloso.
ResponderEliminarFotos que no puedo publicar, pues son propiedad del cliente.
Me preguntas en mi cuaderno, si hay de nuevo moderación de comentarios. No; no lo hay. Si ha habido algún retraso en verlo publicado, es cosa de Google, Blogger.
Capturar el movimiento imagino que pasa por dos (o más) filtros: la mirada y las manos (el talento y el hacer)
EliminarEs imposible dibujar tanto arte. Como puede uno dibujar el movimiento. No he podido dejar de pensar, de asociar el video de Butoh con algunas imágenes de Murnau.
ResponderEliminarY sin embargo hay pintores que reflejan muy bien el movimiento, la acción, la agitación, la vorágine incluso.
EliminarComentaré los vídeos: El primero me resulta demasiado ruidoso, y el ruido siempre me ha disgustado. En el segundo vídeo admiro la fuerza y habilidad del bailarín, especialmente a la hora de saber caerse por una escalera. La narrativa de su figura es excelente y se nota que aunque no resulte bello la disciplina para desarrollar una fuerte musculatura para ejercer su profesión tiene gran mérito, pero no sería un vídeo que viera una segunda vez. Soy muy sensible a la belleza es por esto que te recomiendo a mi danzarina favorita . Fue joven gimnasta antes que bailarina , y se nota. Solo hay que buscar: SILVIE GUILLEM SMOKE en YouTube e voila!
ResponderEliminarMerece la pena, de veras, no te arrepentirás. Se trata de una coreografía de baile moderno, aunque haya tocado todos los palos. Una persona conocida por su independencia y fuerte voluntad.
Me apunto tu recomendación de ese baile, suele haber interpretaciones sorprendentes y deslumbrantes. Y respecto a los vídeos, qué decir. Somos receptores con nuestros gustos, pero conviene estar receptivos, aunque los acompañamientos musicales sean tenaces y excesivos.
EliminarAsí, a palo seco, son una explicación o antecedentes mínimos es difícil comprender si quieren transmitir un mensaje o solo belleza. De eso andan los dos vídeos sobrados un supongo que también el espectáculo del texto. Así que eso, dejarse llevar e introducirse lo más posible en el espectáculo.
ResponderEliminarEl segundo video no es una apología de la artrosis.
Abrazo
Aunque uno quiere saber más sobre este estilo de danza, con dejarme llevar y observar con atención me conformo. En la red habrá más información. No sé quién dijo aquello de que lo pequeño es hermoso, pero también puede aplicarse que lo diferente es o puede serlo, simplemente es interesarse.
EliminarAcho que o objectivo é deixar que o espectador entre na dança e seja parte da história...Faça a coreografia da sua própria dança...seja ao desenhar ou descrever numa crónica...
ResponderEliminarInteressante...
Obrigada pela visita
Beijos e abraços
Marta
Creo, Marta, que cuando los humanos de unas culturas nos encontramos ante representaciones de otras culturas debemos ser receptivos y tratar de entender lo que vemos. En cualquier caso el goce visual y musical compensa con creces nuestra ignorancia.
EliminarS'assembla molt al teu estil en escriure, ho podries haver escrit tu!
ResponderEliminarI tu què creus?
EliminarEm fas dubtar!!!
ResponderEliminarJajjjjj (onomatopeya de la risa)
ResponderEliminarJa veig que ets tu!!!
EliminarMe has recordado un diálogo de 'La vida nueva de Pedrito de Andía', de Sánchez Mazas (uf su perfil personal) que leíamos en nuestra juventud, porque era una historia de amores adolescentes:
Eliminar"Tam tam.
Quién es.
Yo.
Quién es yo.
Yo.
Si eres tú si soy yo, abriré"
Al menos a Rafael Sánchez Ferlosio, hijo del citado anteriormente, le tengo en gran aprecio, pues tenía criterio libre y crítico. Sánchez Mazas tuvo otras complicidades bastante nefastas con aquel régimen oprobioso.
Muy buen blog
ResponderEliminarSaludos desde Colorado
Muchas gracias por leer. Salud.
EliminarAmbas son una forma de de danza singular, personalmente me atrae más la primera y me imagino el reto del dibujante al intentar plasmar esas idas y venidas misteriosas. No es de extrañar que eche mano de todos los sentidos que le ayuden a dibujar esas escenas, si realmente intenta trasladar al papel la curiosidad que genera esa improvisación de movimientos.
ResponderEliminarInteresante expresión artística Fackel!!
Hay tantas expresiones que no hemos conocido jamás. Necesitaríamos otra vida para disfrutarlas. Y después, quién sabe, cada cual trasladarlas a las palabras o a los trazos dibujados para participar de ellas más allá de ser simples espectadores.
EliminarCon qué nitidez están descritos personajes, ambientes e impresiones! Nos sumerge en otra dimensión. Un abrazo
ResponderEliminarMe gusta viajar de vez en cuando a Edo, con todos los riesgos que implica si no se tiene amigos en la cercanía de la corte.
EliminarFáckel:
ResponderEliminaracabo de ver los dos vídeos, pero como no entiendo nada de danza, prefiero no comentar.
Gracias.
Salu2.
Por supuesto, cada cual sabe lo que ve y oye y percibe por los sentidos. Yo tampoco sé nada de ese baile, pero trato de establecer analogías con reminiscencias antiguas, porque en la humanidad nada se produce de la noche a la mañana.
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