Anátragos tiene un día lleno de dudas. Exponiendo su torso al sol creciente y buscando el frescor de la costa no logra acertar con la máscara. ¿Te elijo a ti?, pregunta a la que sujeta de la mano dispuesto a probársela. ¿O me vendrás mejor tú?, inquiere a la de boca desmesurada. Ya sé que para estos casos tengo un modelo intermedio, pues los pasos de una obra nunca son uniformes.
Anátragos sabe que para cada personaje que va a interpretar hay ya un rostro destinado. Ha actuado de ese modo infinidad de veces. Pero hoy quiere probar. Alternar las gesticulaciones hieráticas con una voz inadecuada. Si salgo a escena rompiendo la idea que tienen los espectadores tradicionalmente puedo convertir el espectáculo en un fracaso y, lo que es peor, que desprestigie el guion que el autor ha desarrollado con tanta entrega. Pero solo alterando el orden habitual puedo descubrir si suscito nuevas emociones y si la obra adquiere una dimensión que el escritor no previó. Si haces eso, le dice una máscara acusadoramente, nosotras mismas nos veremos afectadas, y mi capacidad satírica no sería entendida. Una máscara trágica es una máscara severa, cualquier cambio confundiría a la audiencia, que no comprendería mi gesto adusto y enfurecido, le señala otra de las carátulas. También pienso lo mismo, salta la que tiene boca y ojos curvados hacia arriba, sobre mi sentido de la ironía y el desparpajo.
Anátragos perdió un brazo en aquella batalla naval que dicen que salvó a la ciudad, tras lo que tuvo que buscarse la vida como actor. Si antes de haberme presentado al comandante de la flota hubiera descubierto mi vocación no habría perdido mi brazo, se irrita en ocasiones. Pero, por el contrario, se consuela, de haber salido indemne del combate seguiría dedicando mis días y mis aptitudes al arte de la guerra, algo menos gratificante que lo que hago ahora. Hoy estoy a punto de iniciar otra batalla contra la costumbre del teatro. Pero ¿quién tiene la última palabra sobre la validez de este? ¿Un autor que a veces se plagia a sí mismo, confundido por los tiempos que le toca vivir y por las ideas en litigio,cambiantes y perturbadoras? ¿Acaso un actor como yo, que vive a rastras de las circunstancias y que no sabe bien para qué representa los roles? ¿O ese público que se las da de culto, pero que no tiene inconveniente en venir a escucharnos una y mil veces los mismos discursos sobre las penurias y contradicciones de la naturaleza humana?
Voy a salir ante los mil ojos que me esperan a provocar al público. Me veo un intermediario, más que un dócil transmisor de un argumento, entre dos polos aparentemente desiguales. El solitario escritor del que se acaba perdiendo su nombre y esa masa anónima que viene a oír lo que quiere, pero que en el fondo anhelaría presenciar una obra nueva y rompedora. ¿Por qué no invertir voces y máscaras, aun jugándome la reputación? A ello voy, pues sé que tengo como aliado este formidable teatro de piedra que nos sobrevivirá a todos.
* Relieve del poeta Meneandro, de entre los siglos I a.e.c y I d.e.c. Princeton University Art Museum.
Viven en una heterotropía y para salir de ella se valen de una máscara que entone con las máscaras de quienes los contemplan.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Por qué me viene a la mente un mitin político o un sermón eclesial, me pregunto. Analogías.
EliminarLo curioso de los actores griegos es que necesitaran máscaras para interpretar sus personajes que de por sí, ya son en sí mismos una máscara frente a la personalidad del propio actor. Entiendo que para encarnar a los dioses o entidades mitológicas que poblaron las historias de la antigua Grecia las usaran pero por ejemplo este Anátragos tuyo ( vaya nombre más curioso te has buscado ; ) que lo que parece pretender es querer sorprender e incluso escandalizar a sus espectadores, quizá en lugar de dudar qué máscara usar, debería salir de sí mismo… casi siempre, cuando vamos de nosotros mismos, es cuando más se sorprende la gente…sobre todo, los que suponen conocernos ; )
ResponderEliminarTrata de probar, de experimentar, es un actor moderno que no se resignar a esclerotizar las representaciones, o algo así. No tengo claro qué es ir de nosotros mismos, tal vez ir de nosotros mismos es cuando permanecemos en silencio o apartados.
EliminarIr de nosotros mismos es ser lo que somos, sin más. Estemos delante de quien estemos, solos o acompañados, sin máscaras. Lo más difícil o lo más fácil, depende de lo incrustada que tengamos la/las máscara(s) ; ) Eso es lo que creo.
EliminarGracias por tu aclaración, te la acepto. Pero sigo sin saber qué es ser lo que somos (o nos parece que somos) Creo que incluso ante otros, aunque permanezcamos allí presentes y receptivos, tenemos una percepción sobre nosotros mismos aparentemente estable, pero a la vez ¿no somos espectadores de la escena? No me hagas caso, podría seguir la cinta de Moebius hasta el infinito.
EliminarPero me es grato cuestionar, me sirve.
Invertir los papeles para crear con el desconcierto una obra nueva, tanto que ni el autor la reconozca.
ResponderEliminarEs un riesgo, pero por provocar que no quede. Por cierto, no sé si el teatro hoy día emociona y conmueve, o todo el mundo está cansado del espectáculo, teniendo en cuenta lo que acontece por todas partes.
EliminarLa realidad siempre supera la ficción.
EliminarEn el comportamiento de los jueces versus gobierno, tenemos un ejemplo.
Y de jueces versus jueces, y de políticos patéticos versus los elegidos constitucionalmente, y de,,,
EliminarUn actor debe ignorar e incluso despreciar la opiniòn del publico, de no ser asi, dejaria de ser un actor autèntico para ser sólo un vulgar interpretador.
ResponderEliminarHay actores de la clase que propones, pero me parece que solo minoría. Intérpretes sobran.
EliminarEl autor que se autoplagia de hecho ofrece versiones de sí mismo. Como máscaras el actor, si bien a veces no hay máscara que valga para expresar emociones cambiantes. La guerra perdió un soldado.
ResponderEliminarUn abrazo
No obstante tenía que ser apasionante presenciar una obra de Sófocles o Aristófanes en el fastuoso teatro de Epidauro, por ejemplo
EliminarTremenda duda, cultivar el arte de la interpretación de la manera tradicional y esperable o aventurarse al riesgo de la transgresión que propone ahondar más allá de lo escrito? Yo me pondría una máscara más transgresora, menos tradicional a ver de qué forma interpreta el público
ResponderEliminarLas máscaras griegas estaban estereotipadas. Hay teatros de otras zonas del mundo -por ejemplo el kabuki- en que la máscara reside en pintar el rostro y ahí el movimiento y gesto de las facciones contribuyen a aportar una dinámica más viva.
EliminarCreo wue debe transgredir. O dejar la transgresión para la próxima representación. Y vuelta a empezar, o sea wue se decida ya. Tiene una máscara de chico y una de chica; va a representar la prometa obra trans: hsra el papel de chico con la máscara de chica y viceversa, y tendrá que aprender a manejar la espada con la izquierda. Aún le quedan muchos miembros para alcanzar la valentía del caballero oscuro de " los caballeros de la mesa cuadrada"
ResponderEliminarAbrszo
Me suena a Monte Python todo esto. Ellos hacían muy bien varios roles.
EliminarLes màscares sense cos, el braç amputat. Símbol de la impotència per fer el que desitja.
ResponderEliminarEl relieve es muy interesante, seguramente el escultor hizo al hombre con los dos brazos, pero se me antojó que el actor imaginario solo tenía uno. Las máscaras son objetos huérfanos en el baúl del actor clásico: las máscaras son vida cuando se las colocan los actores.
EliminarQuizá todos somos un poco actores en nuestras vidas. Por eso me divierte tanto ver caer algunas máscaras.
ResponderEliminarLa cultura griega es inmensa.
Abrazos.
Pero ya sabes lo que ocurre: suelen caer algunas máscaras pero llegan otras.
EliminarLa cultura griega es mucho más inmensa de lo que cree la gente. Cuanto más se la conoce más se da cuenta uno de que nos ha nutrido y aún recurrimos a ella. Saludo, Lucía.
...Aunque pienso o supongo, que un buen actor es el que sabe meterse, vivir, sentir la vida, los sentimientos, del personaje que representa, por lo que no necesita máscara para nada, no?...
ResponderEliminar(Desde muy niña me ha fascinado y he representado teatro), ya ves.
Pero desde el momento que se mete a fondo en el papel del personaje de la obra, intentando ser el otro, ya se pone una máscara, sospecho.
EliminarHay obras de teatro muy logradas, pero la interpretación es decisiva y los actores no siempre están a la altura, al menos muchos actores. Es la parte que me desasosiega en tantas ocasiones, esta de los intérpretes.
En mis tiempos jóvenes también hice pinitos, pero creo que la última vez me quedé a medias ensayando "Escuadra hacia la muerte", de Alfonso Sastre, que entonces se llevaba mucho entre gente joven. Era un tiempo de elegir y muchos elegimos lo real en lugar de lo ficticio, para bien y para mal.