Me llamo Oguzcan y soy un ignorante. Quiero decir que si me sacan de mis labores agrícolas tradicionales y del cumplimiento rutinario de mi fe apenas sé del mundo. A veces leo en el periódico de la provincia sucesos de otros países de los que desconozco dónde están. Ahí sí debo agradecer que me enseñaran en la madrasa no solo lo elemental de escritura y cálculo sino a distinguir el bien del mal. Aunque bien pensado ha sido la vida la que me ha seguido enseñando la diferencia entre el bien y el mal, sin que no siempre tenga claro cuándo elige uno con moral correcta o lo hace conforme a sus intereses o bien a lo que otros le obligan.
Vida sin mayores aspiraciones, una guerra casi olvidada que me dejó cojo, varios hijos, algunas desgracias y este maldito y doloroso mal de la piedra que me ataca de vez en cuando. y al que agradezco no obstante que no me mate. Ese es el balance de los años que mi edad provecta tiene cada vez más dificultad en contar. Si no fuera por aquel acontecimiento donde lo antiguo y oculto me ofreció su rostro podría decir que mi experiencia no ha sido diferente a la de otros individuos de mi generación. Pero el día en que, trabajando en la cuadrilla de obreros sobre un montículo, al que conocíamos de siempre como el monte panzudo, y al que subíamos corriendo de niños, rescatamos aquellos extraños y monumentales pilares casi me vuelvo loco. Había otro mundo bajo tierra. Había habido otras gentes mucho tiempo antes. Todo aquello, ¿tenía algo que ver con el país en donde vivo hoy?
Los que dirigían la excavación, profesores de universidades extranjeras casi todos, estaban tan perplejos y excitados como nosotros. La diferencia es que ellos parecía que sabían algo y para los obreros y los primeros visitantes de aldeas cercanas todo aquello que surgía era un misterio total. ¿Cómo interpretar aquel espacio circular de dónde extrajimos tanta tierra? ¿Qué querían decir las figuras de animales labradas en la piedra? Los bloques donde aparecían brazos y manos, ¿eran gigantes? A las gentes del lugar solo nos habían hablado de nuestra cultura y religión, o de la república que se había formado a principios del siglo, pero todo esto que vomitaba el subsuelo ¿de qué tiempo y qué vidas se trataba? Los supersticiosos lanzaron el rumor de que podría ser cosa de seres de otros mundos, y en cierto modo no iban descaminados, y los arqueólogos enseguida precisaron que sí, que eran de otros mundos pero de los que habían existido antes en el mismo planeta en que habitamos, y cuya memoria se ignoraba y su existencia era desconocida.
Creo que cuando despejamos la tierra de los relieves, cada figura era una aparición que nos echaba para atrás. ¿Por qué observábamos con temor aquellas imágenes? Unas, porque eran de animales reconocidos por nosotros a los que temíamos. Otras porque eran extrañas y no se sabía de qué clase de seres se trataba. ¿O eran inventados? ¿O animales que habían existido y estaban desaparecidos desde hacía siglos? Y ¿qué decir de aquella piedras monumentales, todas tan iguales, cuya parte superior sobresalía como si fueran cabezas? En los pueblos de la zona todo eran comentarios y habladurías. Que si cosa de diablos, que si procedía de gentes huidas por persecuciones, que si habían adorado a dioses que nuestra fe no podía reconocer jamás. En el café de Ümit no se hablaba de otra cosa al atardecer y hasta los niños se acercaban y ponían oído a nuestros chismorreos. Tengo que admitir que si bien nuestra religión no admite las imágenes aquellas esculturas nos entusiasmaron. Incluso hubo quien se hizo preguntas con mucha discreción. ¿Por qué nos hemos privado de esculpir en nuestras mezquitas o ciudades a otras especies o a la nuestra misma cuando civilizaciones antiquísimas ya sabían hacerlo tan bien? ¿Qué mal hay en hacernos acompañar nuestras aleyas con imágenes de la naturaleza? Que no me oiga, y Alá tenga misericordia de mí, ni el imán y mucho menos el muftí, pues nada hay más lejos de mi intención que ser un hereje.
Pienso que unas ruinas no son un desecho. Que de ellas se puede aprender mucho. Que la existencia de culturas antiguas, con sus creencias pero también con sus formas de vida, nos pueden revelar muchas zonas oscuras de nuestra alma. Y, tal vez, cuando sepamos más de aquellas gentes que levantaron las edificaciones de la colina panzuda nos sirva su obra para entender la nuestra. O modificarla.
Nota. Este texto es una mera y caprichosa ficción inspirada en las imágenes del lugar arqueológico llamado Göbekli Tepe, en Sanliurfa, antigua Edesa, en Turquía. En principio se piensa que lo descubierto puede ser un santuario de gentes cazadoras y recolectoras de hace más de 11.000 años. De la época que denominamos Neolítico, anterior a las sociedades agrícolas y urbanas. Los interrogantes son muchos y variados. Pero parece ser un descubrimiento -y aún se ha excavado una pequeña parte- de primera magnitud que puede estar revolucionando los conocimientos que se tenían sobre aquel tiempo de la prehistoria. En la red hay una variada información. Las fotografías están tomadas de internet sin otra intención más que la ilustrativa.
Veo que el yacimiento te atrapó. Hay un enigma en todo lo que está bajo tierra.
ResponderEliminarViene de lejos en mi vida el dejarme atrapar por tal materia, y con motivos. Bajo nuestro suelo está todo lo que ha habido en el pasado, y parte en el mar.
EliminarMaravillas enterradas con rastros de otros tiempos y otras civilizaciones que nos ponen, de alguna manera, frente a frente con nuestra propia manera de entender el mundo. Tiemblo al pensar que muchas veces la ignorancia humana ha arrasado con reliquias que no concordaban con su propia cosmovisión, alegando idolatrías que justificaban su destrucción.
ResponderEliminarNo todo han sido arrasamientos de manos de invasores. Las catástrofes naturales -hambrunas, sequías, terremotos- han causado la desaparición de ciudades e incluso culturas. A veces incluso por los propios por razones de creencias. No sé en este caso.
EliminarSobre el caso de la destrucción en tiempos antiguos hay un libro muy interesante "La edad de la penumbra", de Catherine Nixey, sobre la destrucción de la cultura clásica a cargo ¿de los bárbaros?, no, sino de mano de los cristianos. Hechos que nunca nos contaron (y no se trata de conspiranoicos)
Es que creemos que eses montes que recorrimos de niños son todo el mundo, pero hay culturas que fueron sepultadas por el tiempo, por la arena, por la desidia. Un interesante post de una cultura que puede atrapar a quien se queda inmerso en sus misterios.
ResponderEliminarUn abrazo
La desidia por las buenas no creo que se produzca. Pero si una ciudad o una cultura -piensa que en tiempos milenarios muchas ciudades, asociadas o no, representaban ya una cultura determinada- sufrían carencia, falta de salidas económicas, enfermedades, población diezmada, ataques extranjeros, catástrofes agrarias o de recursos hídricos, etc., en un momento dado debían abandonar la ciudad los supervivientes. Se dan casos curiosos en la antigüedad, con el cristianismo ya asentado. En zonas de Irak -es un caso que conozco en proximidad- los cristianos disidentes de algunas ciudades se tuvieron que ir y descendieron al sur para fundar nuevas ciudades. La historia humana es muyyyyy compleja. No sabemos de la misa la media. Un abrazo.
EliminarTodos somos ignorantes en infinidad de cosas. La capacidad humana y las oportunidades son limitadas...
ResponderEliminarSaludos
Claro. Pero en la perspectiva de la evolución humana el desarrollo ha sido bestial. Saludos.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarno tenía ni idea de este nuevo descubrimiento.
¡Espero que no destruyan esos vestigios, cosa tan corriente allá y acá!
Gracias.
Salu2.
Es un descubrimiento de hace ya unos años, pero no muchos. Puedes informarte en internet. Creo que cuando todo se excave será una maravilla, en base a lo que ya hay excavado. Hombre, en principio no hay más riesgo allá que aquí. Los turcos saben muy bien cuidar la herencia histórica y le interesa para el turismo. Gracias.
EliminarMe ha gustado lo que has escrito y posteriores comentarios.
ResponderEliminarDe acuerdo con Luis Antonio, básicamente y como no corren buenos tiempos mejor calladita para procurar no explotar.
Los buenos tiempos, los malos tiempos...¿y por eso vamos a callar más? Supongo que según y cómo, ¿no?
EliminarEse según y como en este comentario resulta cuestión genética e históricamente familiar, de nada sirve hablar ante unas paredes y de tanto embestir/ comunicar se gastaron los cuernos ahora es deber natural preservar el cráneo! Ahí tienes la respuesta a tu interrogante.
EliminarNo estaría mal convertirse en una imagen neolitica de las que nos muestras!
Me ha gustado eso de preservar la osamenta, pero ¿de qué sirve mantener el cráneo si flaquea la sustancia interior? ¿Solo para vivir más años por vivir? Siempre surgen nuevas preguntas.
EliminarLa verdad es que las imágenes de los relieves de Göbekli Tepe son impresionantes, no sé si por la técnica, por su realismo o por los simbolismos que se nos ocultan.
Es difícil encontrar respuestas cuando faltan tantas piezas del puzzle a la par que eso mismo lo convierte en lo más atractivo y desafiante de la arqueología. Nosotros buscamos la explicación bajo la perspectiva del hombre moderno pero seguramente hay perspectivas más amplias en las que no se estudien los restos del Neolitico como el torpe fruto de hombres primitivos,, rudos y torpes, simples agricultores de los primeros asentamientos. Entonces podríamos entender estas construcciones de gigantes, esos conocimientos de astronomía, de ingeniería o de matemáticas descubiertos muy recientemente por nosotros pero que vemos aplicados en tantas construcciones megaliticas. Que tengas un estupendo día
ResponderEliminarPrecisamente aquellos descubrimientos que rompen los esquemas y lo sobrentendido hasta ahora es lo que sienta precedente. Y sirve para modificar cánones y lo que se creían certezas. Los arqueólogos suelen ser bastante precisos y cautos ante los hallazgos. Son los divulgadores los que más fantasean, y cada vez menos. Lógicamente estamos condicionados por la cultura de siglos hasta donde hemos llegado, pero los científicos de verdad saben ser escrupulosos y reconocer los límites. Lanzan conjeturas, aproximaciones, desde una óptica presente pero con la información que poseen, y es apasionante seguir la investigación. Y una cosa es cuando se descubre algo y otra cuando se investiga en laboratorio o in situ que lleva su tiempo, y hay que establecer una coordinación informativa con otros hallazgos, lugares, conocimientos. Las ciencias sobre la Antigüedad son apasionantes. Y se deben unas a otras. Tú también disfruta del día soleado.
EliminarE o que haverá ainda escondido... que histórias contam...
ResponderEliminarInteressante...
Obrigada pela visita
Beijos e abraços
Marta
Hay mucho, muchísimo escondido, oculto bajo nuestros pies. Piensa que en nuestra península, en tiempos muy antiguos en que no eran ni España ni Portugal, sino otras culturas con otras fronteras y condicionamientos, ha habido una riqueza cultural de pueblos, culturas, poblamientos, saberes...Algunos compartidos con otros lugares de Europa, otros más caracterísiticos de la península ibérica. Gracias a ti.
EliminarMaravilloso e impresionante descubrimiento... Solo una mínima parte de la excavación que se supone grandiosa y sorprendente.
ResponderEliminarQue pequeños e ignorantes nos hacen sentir estos hallazgos, pero que interesantes... Pulvis eris...
Buenyfelizdía.
Todo consiste en tener interés por informarnos y reflexionar sobre las obras de los que nos precedieron. Sirve para nuestras vidas, aunque la mayoría ni se lo plantee.
EliminarMe gusta lo que dices en el texto...
ResponderEliminarSupongo que la interpretación de esos vestigios dependerá de muchas cosas... Creo que nos han contado muchas cosas que tal vez no sean ciertas... No sé si algún día sabremos o nos aproximaremos a lo que significan esas pistas del pasado...
Toda información conduce a conocimiento y por lo tanto a desacreditar anteriores versiones. La investigación es así, en cualquier tema, yo valoro mucho que se sepa cada día más de las culturas desde los tiempos primitivos.
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