Los centros comerciales, los mercados y la calle exhiben estos días un trajín desquiciador. Como si estuviera a punto de decretarse el estado de la carencia, las gentes hacen acopio de lo necesario y de lo superfluo, de lo útil y de lo baldío, de lo sencillo y de lo aberrante. Mentalidad de un tiempo de vacas gordas, pero no aseguradas. No para todos, por supuesto. Obsesión por cargarse de objetos que sustituyan al sujeto. Si nos coge el fin del mundo, que sea con el buche lleno, parecen decidir muchos. Sin embargo uno observa más ansiedad que distensión, más preocupación silenciosa que alegría explícita, más conducta de autómatas que de fraternidad, más inseguridad que fortaleza. Eso sí, hay un cierto ruido y ajetreo que pretenden rellenar los vacíos individuales y ocultar los temores colectivos. Ni siquiera la política, o acaso ésta menos que nadie, lo cual es bochornoso, proporciona márgenes de claridad mientras las sombras de sospecha entre tirios y troyanos pueden estar incubándose de modo abstruso. Al final, todo se reduce a las cuentas que salgan de lo que unos gastan y lo que otros se embolsan. La euforia que los biempensantes se obstinan en proclamar no arranca. Tal vez eso sea bueno. La euforia suele tapar las miserias como un anestésico. Más letal.
(Mientras, me acuerdo cada año por estas fechas de lo que escribió Pasolini sobre ellas. No se anduvo con zarandajas: al pan, pan y al vino, vino, y el dedo en la llaga del mito adulterado al máximo)
(Mientras, me acuerdo cada año por estas fechas de lo que escribió Pasolini sobre ellas. No se anduvo con zarandajas: al pan, pan y al vino, vino, y el dedo en la llaga del mito adulterado al máximo)
(Dibujo de Oleksiy Chekal para Gargantúa y Pantagruel)
De grandes comilonas están las tumbas llenas, a lo que añadiría en plan gruñón porque me puedo permitir el lujazo de serlo sin molestar, (espero): De grandes comilonas están las tumbas llenas así como de seseras vacías.
ResponderEliminarPobres gentes, la ignorancia resulta tan atrevida como intolerante respecto a su propio reconocimiento. Por todo ello y mucho más elegí el mal menor.
: soportar tan solo las propias, que no son pocas, cada vez más, me temo.
Que los sepulcros estén llenos de tragones y gulosos me la trae al pairo. Me preocupan los humanos que apenas se alimentan y los sinvergüenzas que cooperan a las circunstancias de la miseria.
EliminarNos solemos aturdir para no escuchar. Así nos va.
ResponderEliminarEsos aturdimientos externos y sobre todo los íntimos...
EliminarDesde luego las fechas navideñas traen un consumismo excesivo y unas comidas y cenas pantagruélicas que solo sirven para chulear y para engordar.
ResponderEliminarNo. No son unas fiestas religiosas. Son, en realidad unas fiestas paganas. Las saturnales. Cada año es peor. Algo demencial.
En fin... y mientras la gente compra perfumes caros y el último modelo de teléfono móvil otras gentes, en otras latitudes, siguen muriendo. A veces incluso en las mismas latitudes, en la misma ciudad, en las mismas calles.
Un abrazo
EliminarEs tal como dices, y no son tampoco paganas, son de máquinas devoradores de consumo. Una vez colgué esto de Pasolini, que es de hace décadas, pero sigue en vigor:
https://laantorchadekraus.blogspot.com/2010/12/sin-bondad-ni-blandura.html
Me alegro de que sigas mirando.