Hoy he descubierto que los expectantes caballos azules del cuadro de Franz Marc El sueño no estaban ahí. Que habían bajado de las paredes de la cueva para testimoniar que los sueños ya tenían lugar entre el hábitat de la caliza y las riberas de los ríos.
Y esa sensación de descubrimiento y búsqueda permite entrever la verdadera esencia de lo real: es siempre un espejismo. Un fuerte abrazo y una vez más mi gratitud por las sensaciones que me depara tu escritura. Feliz domingo.
ResponderEliminarPuesto que apenas creo ya en las verdades (lo inconmovible nunca es verdad), sí me gusta ser un adscrito a las sensaciones, yo también las busco para afirmarme en ellas. Buena semana cálida.
EliminarSalut ¡¡¡
ResponderEliminarEso que no falle nunca, y siempre, si es posible, como poco a dúo.
EliminarGran descubrimiento, Fackel. Hay que perseguir esos sueños.
ResponderEliminarAbrazo.
Los sueños siempre están ahí, pero hay que abrir nuestros ojos a ellos, no cerrarlos, Sara. Un abrazo.
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