...qué poca cosa son en la oscuridad de sus noches y en la penumbra de sus días, habiten mansiones o covachas, sean diligentes o perezosos, se muestren aparentes o sinceros, escasamente saben de sí mismos, los humanos se desplazan como si dominaran el universo y no advierten su pequeñez
(Ramiro Tapia, imagen)
Sus alas son la vanidad y las mueven demasiado deprisa, pero a veces un suave viento desvía su rumbo, ¡qué poco saben de los estratos de la atmósfera!
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Qué poco control hay entonces sobre el timón, o qué débil o insuficiente es esta herramienta...siempre desbordados por la naturaleza, la de fuera y la interior. Salud y viento favorable.
EliminarSeria un ejercicio necesario, de vez en cuando, contemplarnos desde alguna altura como miramos a las hormigas.
ResponderEliminarAbrazo.
...esa lechuza nos propone también un método, que no solo es observador
EliminarPequeños y en precario, como si de un contrato se tratara, habitan los humanos sus horas que, en la distancia o en la extrema cercanía, saborean como dulzura... "algo es algo", "por lo menos trabajas", "así y con todo somos humanos racionales que conquistamos esferas". Una vanidad, la humana, que sabe que vive en una parodia.
ResponderEliminar.
...pero cómo se creen los humanos su tiempo, cómo pretenden ejercer control sobre él, cómo tan incautos piensan que lo poseen, que lo sujetan a las leyes mercantiles y de propiedad...vanidad de vanidades, ya sabes...
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