"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 30 de agosto de 2014

Un anhelo en alta voz


















Ayer, a la caída de la tarde, tomaba una cerveza al aire libre. Miraba a la gente que llegaba al bar, sorteándola con cuatro líneas leídas sin concentración, una y otra vez, de John Berger. Un grupo de mujeres y hombres se sentaron detrás, coloquiales y festivos, sin resignarse a la cincuentena pesada en la que se ubicaban todos. Fue entonces, nada más llevarles la consumición la camarera latina, cuando escuché la invocación: salud y república, dijo el de barba más florida levantando el vaso. Grito que fue coreado por los demás. Un rato después, como colofón a una conversación breve, volvieron a empuñar el anhelo y a alzar las cervezas. Miré con sonrisa cómplice y me quedé pensando. Pensé algo muy sencillo. Pensé que ambos conceptos tal vez sean uno solo. Que el término salud, la condición sin la cual nada es posible, tiene una proyección mayor. Que república puede ser -debería ser o a muchos nos gustaría que fuera-  el desarrollo del ejercicio de la salud del pensamiento, de la convivencia y de la intervención de todos los bichos llamados hombres en lo que concierne a su interés. Por supuesto, pensé sobre todo en la zoológica variedad de los españoles. No es frecuente escuchar este tipo de anhelo en público. ¿Acaso se escucha en público hoy día algún anhelo de enjundia y de transcendencia? Pero yo percibí un brinco apacible y generoso aquí dentro. Luego dejé que la cerveza me recorriera gaznate abajo y me poseyera con su sensualidad. O mejor, con la mía.



(Pintura de Karla Frechilla)


6 comentarios:

  1. Razonable razonamiento. Huy esa cañita!!!!!!! En cuanto resulte razonable, pronto me caerá alguna por la capital del todavía reino.

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    1. Lo dicho, devaneos y ensoñaciones mías. Pido peras al olmo, acaso.

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  3. ¡Cómo me hubiera gustado estar ahí e invitar a todos a una ronda... con saludable brindis incluido!
    Yo (64), también seguiré, hasta el fin de mis días, pidiendo peras al olmo.

    Salud!

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    1. Lo bueno que tiene la edad es que distingues los árboles vigorosos de los árboles caídos, ¿no crees? Y de los artificiales que nos venden...

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