"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 22 de junio de 2007

Azul



(Variaciones XXII)

Te escurre el agua desde la cabeza a los pies, te impregnas de ella, desarbola tu inquietud, te empapa los cabellos, se convierte en tus lágrimas, frotas con ella tus pómulos, tersa tus cejas, te afila las pestañas, te aligera los párpados, te llenas de cristal los ojos tristes, humedece la sequedad de tu memoria, la bebes, la saboreas, ahoga tus gritos, precipita tus gemidos, la aspiras, llena de mar tus oídos, la succionas con la barbilla, besa tu cuello, te resbala por el torso, cabalga sobre tus clavículas, se columpia entre tus brazos, despierta en ti el recuerdo de sensaciones olvidadas, te adorna con sus perlas los pezones, ilumina tu vientre, se filtra en tu ombligo, pone una cinta de plata en torno a tus caderas, palpa tus nalgas, conmueve la fuerza de tus misterios ocultos, te alzas por instinto hacia su cuerpo líquido, abre caminos hacia tu pelvis, se precipita entre la cara oculta de tus muslos, los recoge, los expande, los vuelve frágiles, esponja tu vello, corona tu venus, te agitas en su mordedura de áspid, te cala donde tú deseas sentirla, deja un rastro de arena, te desaloja de ti misma, te hace enmudecer, descansa en tus rodillas, refresca tus piernas, presientes la turbulencia previa a la relajación, gotea sobre tus pies, lame tu pulgar, lengüetea tu talón, agitas el cuerpo, danzan tus sentidos, la recoges pausadamente con las manos, la contemplas fijamente en su derrame, la hablas silente, la extiendes con ligeras convulsiones, te arranca una sonrisa, la dejas seguir su curso, te diluyes en ella, agua azul...

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